viernes, 31 de agosto de 2012
Apropiación y Equilibrio del espacio urbano público y privado
Mauricio Hernández Bonilla
Introducción
El equilibrio entre las diversas formas de ocupar y aprovechar el territorio para la realización de las actividades humanas individuales y/o colectivas representa un aspecto fundamental para el ordenamiento y la planeación del territorio. Por ejemplo, el balance y equilibrio entre el tamaño de la ciudad y la distribución de equipamientos e infraestructuras, entre los usos de suelo y las vialidades, y/o entre las densidad de construcción y los espacios públicos, es de suma importancia para la calidad de vida y buen funcionamiento de una ciudad. De esta manera, la planeación urbana busca un equilibrio correcto en la apropiación del territorio con el fin de lograr ambientes urbanos sostenibles, que provean de una mayor calidad de vida a sus habitantes y reduzcan los efectos perniciosos en el medio ambiente natural.
Los patrones de crecimiento y desarrollo urbano del siglo XX, han dado lugar a que, en las ciudades predomine el asfalto y lo construido sobre la existencia mínima de áreas destinadas a espacios abiertos públicos que equilibren las relaciones entre, lo natural y artificial, individual y colectivo, o entre, lo privado y público. El equilibrio entre lo público y lo privado es un tema fundamental en la ciudad actual. Pues, muchos de los problemas que aquejan la ciudad contemporánea como la fragmentación física, exclusión social, inseguridad, imagen urbana deteriorada, son agravados por la falta de una buena relación entre el espacio público y espacio privado de las ciudades.
El objetivo de este ensayo es discutir sobre la relación entre lo público y privado en el espacio urbano, teniendo como interés reflexionar como las diversas formas de apropiarse del territorio, han configurado esta relación en las ciudades a través de la historia hasta la ciudad actual. Es de suma importancia la valoración de la transformación de la relación público-privada temporal y espacialmente en vías de una reflexión sobre el equilibrio entre espacio urbano público y el espacio urbano privado en la época contemporánea de cara, a la creación de ciudades con mayores oportunidades hacia la sostenibilidad, ambiental, social y económica.
Definiendo Espacio Privado-Espacio Público
El ambiente privado es parte de la vida, bajo el control individual, fuera de la observancia publica. Todos tenemos derecho a la privacidad, y esto esta incorporado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El espacio privado y la esfera privada, como Madanipour[1] argumenta esta históricamente establecida y socialmente institucionalizada por la propiedad privada; ésta es, la que garantiza el acceso a un espacio que pertenece y esta controlado por un individuo de manera exclusiva. El individuo se ampara en una estructura legal, la cual le provee su derecho de llamar partes del espacio su propiedad privada. Así, lo privado permite libertades a los individuos para ejercer un control territorial sobre cierto espacio, permitiendo el acceso solo a personas conocidas, y también provee la oportunidad para demostrar identidad personal, poder y posición dentro de la sociedad. La unidad espacial de la propiedad privada esta fuertemente relacionada con el espacio íntimo de la vivienda. De esta forma, podemos afirmar que la vivienda es el símbolo básico y esencial del ambiente y la propiedad privada.
En contraste a lo privado, la palabra público se refiere al ambiente social y colectivo, del latín Publĭcus, este termino es definido[2]como un adjetivo que se refiere a lo que es notorio, patente, manifiesto, visto o sabido por todos que es perteneciente o relativo a todo el pueblo ó lo común del pueblo o ciudad. Volviendo a citar a Madanipour[3], este argumenta que dentro de la estructura del estado y la sociedad, un espacio puede ser considerado público, si ha sido suministrado y gestionado por el estado, si es controlado por la autoridad pública, si es abierto y esta disponible para ser usado y compartido por todos los miembros de la comunidad y/o sociedad, finalmente, si es del interés de la gente de manera común. Por lo tanto se caracteriza por la posibilidad de permitir a diferentes grupos de gente sin importar su clase, género o edad para entremezclarse. Por lo tanto, el espacio público es el lugar donde la vida pública tiene lugar, involucrando contextos relativamente abiertos y universales, a diferencia de la vida privada caracterizada por lo íntimo, lo familiar, protegido y controlado individualmente y compartido solamente con la familia y amigos[4]. El espacio público es todo aquel espacio entre lo privado; y, desde el punto de vista urbano, es el espacio circundante y entre los edificios, desde el espacio inmediato fuera de la vivienda hasta las calles, avenidas, parques y plazas de la ciudad.
En la actualidad, la clara diferenciación entre espacio privado y el espacio público es condición fundamental en la vida urbana. Ambos ámbitos tienen sus características y formas, y en acuerdo legal y social, en cada uno de ellos se imponen reglas, normas y valores de comportamiento. El valor de respeto, así como, las conductas aceptadas como adecuadas en ambos ámbitos y finalmente la definición clara a los derechos sobre lo público y sobre lo privado, son asuntos fundamentales para la conservación y permanencia del orden social en las ciudades. En el ambiente urbano, la trasgresión y/o violación de las reglas y normas del espacio público y/o del espacio privado, da lugar al caos, desorden y anarquía. Por ejemplo, el acceder a una propiedad privada, sin el consentimiento del dueño es un ejemplo común de violación a lo privado, de lo que no nos pertenece. En el espacio público, es común observar a los individuos “sin vivienda” realizando actividades privadas, debido a la carencia de la posesión de una propiedad privada, de esta manera, existiendo un traslape de actividades público-privadas, trasgrediendo lo público creando confusión y desaprobación para los demás miembros de la sociedad. Así, como consideramos la existencia del derecho a lo privado, al control e intimidad que proporciona la propiedad privada; también, en el espacio urbano, es importante pugnar por el derecho al espacio público, es decir, el derecho que debemos tener todos los ciudadanos para disfrutar de espacios públicos que satisfagan las diversas necesidades sociales, económicas, psicológicas, ambientales, de manera colectiva. De aquí partimos para considerar el equilibrio entre lo público y lo privado en las ciudades, pues la existencia del espacio público urbano, es tan importante, como la existencia del espacio privado; no puede existir el uno sin el otro, lo público define lo privado y viceversa, la relación entre estos ámbitos es indisoluble.
Ahora nos cuestionamos, ¿Cómo se ha presentado esta relación en la historia urbana y cúal es la situación, en la ciudad contemporánea?
Recapitulando la relación público-privado
A lo largo de la historia han existido diversas formas de relación entre lo público y lo privado en las ciudades, relaciones que han sido definidas de acuerdo al desarrollo ideológico-cultural y científico-tecnológico de las sociedades. Así también, la percepción y valoración humana sobre ambos ámbitos se ha transformado a lo largo del tiempo. En la Grecia Clásica, mientras que el espacio privado presentaba condiciones precarias y la vida doméstica estaba en segundo plano respecto a la actividad comunitaria[5], el espacio público jugaba un papel de gran importancia para la vida urbana. El ciudadano griego destinaba gran parte de su tiempo a la vida pública, a las actividades sociales y políticas en lo público. La magnificencia de los espacios cívicos demuestra esta tendencia, el ágora, los santuarios, el teatro, los gimnasios y demás ocupaban un emplazamiento fijo determinado por la santidad o la conveniencia del lugar, mientras que las viviendas simplemente rellenaban el resto[6]. Así, el ágora griega representa el espacio público por antonomasia, localizada en el centro del pueblo, con gran amplitud y fluidez, era el corazón de las actividades cívicas en donde las actividades comerciales, las manifestaciones culturales, políticas y sociales tenían lugar flanqueadas por templos, altares, edificios de la corte y magistrados. En la “polis” griega, el espacio público representaba el lugar primario de la comunicación y del ejercicio de ciudadanía y democracia.
De manera similar, pero con una tendencia hacia lo cívico-religioso nos podríamos referir a las ciudades prehispánicas, donde los espacios públicos jugaban un papel predominante en la configuración urbana, el espacio público era el lugar de intercambio comercial, de manifestación religiosa y cultural, así las plazas, los espacios de juegos de pelota y templos de grandes dimensiones, representaban el elemento central en la ciudad y el espacio privado de la vivienda era secundario y circundante a este. En contraste, en otras latitudes, como en la ciudad medieval, la relación público-privada se presento de manera diferente, se entremezclaban ambos espacios, en una morfología urbana compacta y estrecha. De tal manera que, la relación público-privada estaba caracterizada por conflictos y tensiones de apropiación por los intereses privado-personales en la utilización del espacio público. El espacio privado era multifuncional, en donde las actividades de producción, comercio y vivienda se realizaban de manera combinada; sin embargo, en una privacidad limitada e insuficiente, estas actividades privadas se extendían hacia la calle, provocando conflictos en la apropiación y uso. Por otro lado, la gran actividad comercial que caracterizaba a la ciudad de la edad media, se realizaba en la vía pública invadiéndola casi en su totalidad, finalmente provocando una continua disputa entre los intereses públicos y privados.
Grandes cambios se observan en la ciudad renacentista y barroca, y paralelamente en las ciudades americanas; en estos contextos, el espacio público fue cuidadosamente planeado, simétricamente diseñado, restringiendo el espacio privado detrás de las fachadas ordenadas y uniformes[7]. Mientras que en la ciudad medieval la actividad mercantil fue lo que definió su configuración, en las ciudades de los tiempos renacentistas y barrocos, el poderío de las cortes reales, el poder de un estado civil consolidado y las ideas de la ilustración fueron determinantes en la configuración del espacio urbano. Así, para finales del s. XIX, la construcción de equipamientos colectivos para la educación, cultura y recreación, salud, transporte y comunicaciones representaron un factor importante en la conformación público-privada, en esta faceta de la ciudad, lo público, como por ejemplo la plaza y los parque sirvieron como espacio para la exhibición de grandes y majestuosos edificios de equipamiento. En esta época, la relación entre el espacio público y espacio privado de las ciudades presentaba ciertas tendencias. Por un lado se buscó con diversos proyectos higienistas mejorar las condiciones del espacio privado con viviendas más adecuadas para la gente trabajadora y la creciente burguesía, acompañado con la construcción de equipamientos que satisficieran las necesidades de la colectividad, de tal manera que, el espacio privado alcanzaba una mayor definición. Por otro lado, el espacio público de la calle, el boulevard, los parques y jardines jugaban un papel relevante en la estructuración de la ciudad. Las relaciones entre el adentro y el afuera eran indiscutibles, pues existía una relación directa, entre la vivienda, el patio y la calle, entre los edificios públicos, las plazas, parques y jardines. Además, el espacio público servía para el paseo, descanso y la comunicación interpersonal, así como también para las manifestaciones sociales y políticas.
La continua relación entre el ambiente privado y el espacio público fue una constante desde la antigüedad hasta principios del s. XX. Sin embargo, las ideas del movimiento moderno dieron lugar a una profunda transformación en el equilibrio y relación entre el espacio público y el espacio privado. Como es conocido, la industrialización y automatización de la sociedad trajo consigo la transformación de la vida urbana, emergiendo así, los preceptos para crear los nuevos espacios de vida que satisficiesen las nuevas demandas que imponía la modernidad. El funcionalismo rechazó las formas urbanas de la ciudad tradicional denegando la calle y la plaza. Así, el espacio público de la ciudad característico de épocas anteriores desapareció, siendo sustituido por grandes espacios abiertos sin delimitantes y solo flanqueados por las nuevas formas de vivienda, caracterizadas por edificios de gran altura distantes unos de otros. Aquí, la vida entre los edificios se tornó difusa y carente de la vitalidad pública que había caracterizado la ciudad hasta entonces. El funcionalismo del movimiento moderno otorgó prioridad a lo privado, principalmente al transporte motorizado y al movimiento a gran velocidad, lo cual vino a desequilibrar y a desgastar la fuerte relación que existía entre los espacios abiertos y los edificios alrededor de estos[8]. El espacio público resultante fue un gran espacio el cual tenía poca conexión, o más bien estaba totalmente desconectado con otras partes de la ciudad, y frecuentemente subutilizado, y su relación con el espacio privado fue solo para ser visto desde lo alto de los rascacielos o desde la ventanilla de los coches[9]. Finalmente, existía un espacio privado higiénico y estandarizado, y un espacio público ambientalmente amplio y abierto, pero socialmente debilitado.
Equilibrio entre lo público y privado en la ciudad actual
Entonces, ¿Cómo se presenta la relación entre el espacio público y el espacio privado en la ciudad del s. XX y en la actualidad? Las secuelas del funcionalismo y finalmente los cambios tecnológicos del siglo pasado y principios del presente han dado lugar a que, diversos analistas argumenten sobre la decadencia del espacio público[10], refiriéndose al gran predominio de lo privado sobre lo público. Incluso, algunos visionarios, en las últimas décadas del siglo XX, auguraban que la vida pública en el espacio urbano público desaparecerían, ya que debido a los avances tecnológicos, como la tecnología digital, daría lugar a la existencia de un espacio virtual, a un “ágora electrónica[11]”, en donde a través de este, nuestras necesidades de interrelación laboral, social, política y cultural serían satisfechas. De esta manera el espacio urbano de las calles, las plazas y parques, tendería a desaparecer, sino físicamente, si socialmente, pues ya no serían tan necesarios. Afortunadamente, estos visionarios no fueron tan acertados, los recientes avances tecnológicos han venido a transformar las formas de habitar las ciudades, sin embargo, no podemos afirmar que dichos avances hayan venido a sustituir o desaparecer por completo la vida pública en los espacios públicos.
Es importante reconocer que, en las últimas décadas, en la mayoría de las ciudades hemos experimentado un predominio de lo privado sobre lo público, podemos iniciar con ejemplos relacionados con la privatización de servicios urbanos de infraestructura que se ha realizado en diversas ciudades. La provisión de servicios de comunicaciones, agua, electricidad, basura y otros, los cuales han sido generalmente “públicos”, ahora en muchas ciudades han dejado de serlo. También es pertinente afirmar que, en la ciudad contemporánea la relación público-privada pierde su balance imponiéndose lo privado sobre lo público, degradándose las cualidades públicas del espacio urbano, y en donde podemos observar que de acuerdo a la definición que presentamos al inicio, el estado ha reducido su control en el suministro y/o la gestión de los espacios públicos, en muchos espacios se presentan barreras o son cada vez más cerrados, lo que evita que sean usados y/o compartidos por todos los miembros de la sociedad. Lo que en el pasado pertenecía a la esfera abierta y se configuraba con una mayor legitimidad pública, ahora pertenece cada vez más al ámbito de lo privado, desde el nivel del micro espacio hasta el nivel macro del barrio y la ciudad. Por ejemplo, en Los Angeles, las plazoletas y plazas fuera de losedificios corporativos han sido construidas y posteriormente gestionadas y controladas por las consorcios que se alojan en los rascacielos[12]. En nuestro contexto, las calles y aceras se encuentran invadidas por usos privados, y para el beneficio de particulares, los espacios utilizados para el comercio ambulante, al punto de limitar la fluidez peatonal y el buen mantenimiento del ambiente de la calle es un ejemplo de ello. Por otro lado, el espacio público ha perdido muchos de sus atributos sociales y ambientales convirtiéndose en muchos casos, en el espacio exclusivo de circulación a gran velocidad en donde predomina el transporte privado y el espacio para el estacionamiento de automóviles.
En la contemporaneidad, existe un cambio de percepción sobre la experiencia pública, ya que esta se percibe insegura, dando lugar a una pérdida de confidencia en las actividades públicas, pues la entremezcla entre desconocidos puede ahora resultar agobiante y estar caracterizada por el miedo y la desconfianza. Estos sentimientos han provocado que morfológicamente, la ciudad se fragmente y desconecte física y socialmente, dominando las nuevas formas de un urbanismo privatizador. La existencia cada vez mayor de “fraccionamientos cerrados” es una muestra de ello; así la ciudad se va conformando con enclaves o guetos habitacionales, caracterizados por su mono-funcionalidad, homogeneidad social y exclusividad que se convierten en moda. Resultando ciudades privadas[13] que se aíslan de la ciudad para crear un ambiente “agradable, tranquilo y seguro” para aquellos grupos minoritarios de la sociedad capaces de pagar por este beneficio. Así, la calle y los parques de calidad se vuelven accesibles solo para unos cuantos. Las barreras, las murallas y los grandes portones en donde la gente accede en automóvil se han vuelto parte del paisaje urbano en la mayoría de nuestras ciudades. Propuestas que, desde el propio término, son incongruentes, puesto que una ciudad nunca puede ser privada; una ciudad es, entre otras cosas, un lugar donde habita gente distinta, con espacios públicos, con espacios de libertad y con movimientos sin control. En las propuestas de exclusión no es precisamente donde podremos encontrar un germen de ciudad.[14] Aunado a las formas residenciales, el espacio público de convivencia, intercambio y manifestación política, social y cultural se sustituye paulatinamente por los espacios del consumo, los mega-centros comerciales son ahora el centro de recreo para muchos. En los alrededores de los barrios cerrados aparecen centros comerciales, hipermecados, complejos deportivos, centros de convenciones, hoteles, agencias de automóviles, colegios y universidades privadas[15].Como un digno representante de estos nuevos valores de producción urbana en México, podríamos mencionar el complejo urbano “Santa Fe”, localizado al sur de la capital mexicana. En Santa Fe emerge “la existencia de un urbanismo, público y privado, que parece empeñado en romper la ciudad en fragmentos, en aislar a las personas, segregar los grupos sociales, encerrarlos a cada uno en sus guetos (…)sin espacios públicos, enfrentado a su entorno, que aparece como una ciudad amurallada para uso exclusivo de sus residentes acomodados y acobardados”.[16]En la ciudad de Xalapa, Veracruz, a una menor escala tenemos ejemplos, pues existen ya fraccionamientos cerrados con lagos y jardines, centro deportivo, totalmente amurallado, con imponentes entradas y sistemas de seguridad, flanqueados del gran centro comercial de marca, agencias de automóviles, hoteles de cadena, y corporativos comerciales transnacionales, todo esto se vuelve la nueva oferta de ciudad, por supuesto para la gente pudiente. De esta manera, la ciudad de la globalización y el consumo que se accede en coche y con membresía, es la nueva forma de urbanización.
En contraste, a lo que sucede en la urbanización dirigida a los sectores de mayores ingresos, el desequilibrio público-privado también es evidente en la ciudad de los sectores de menos recursos. El crecimiento desmedido de la población y los movimientos migratorios del campo a la ciudad de las últimas décadas, han dado como resultado el crecimiento de las ciudades a través de asentamientos populares con equipamientos y servicios insuficientes. Los barrios y colonias pobres de nuestras ciudades creadas durante la segunda mitad del siglo XX, surgen sin espacios públicos, y en el caso de su existencia, estos son de muy baja calidad y en general observamos la falta de un balance entre lo construido y lo no construido, lo público y lo privado, entre lo verde-natural y lo asfaltado.
Las ciudades mexicanas continúan expandiéndose de manera extensiva con una insuficiencia de parques, plazas, y áreas verdes que provean de equilibrio ambiental, social y por lo tanto de un equilibrio entre los diversos componentes del sistema urbano. Con frecuencia, observamos que los nuevos desarrollos habitacionales se diseñan con muy pocos espacios públicos para el recreo, la convivencia y el mejoramiento ambiental, y cuando estos son incluidos, son localizados en espacios residuales y aislados perdiendo su sentido y cualidades como verdaderamente espacios públicos. Así, el espacio público pierde su vocación de estructurador de la forma urbana, vinculador físico-social y de valor ambiental, siendo totalmente relegado a favor de una mayor ganancia económica generada por el predominio del espacio privado. Peor aún, en la mayoría de las colonias, fraccionamientos y barrios, el poco espacio público existente se encuentra generalmente en riesgo, debido a su abandono, falta de mantenimiento y una indiferencia generalizada por los bienes públicos por parte de las mayorías. Por otro lado, existen diversos agentes que fomentan su apropiación privada con la construcción de viviendas y otro tipo de edificios. Aquí, los ayuntamientos tienen la responsabilidad de controlar y gestionar los espacios para el beneficio colectivo, ya sean parques, plazas, jardines o áreas de juegos o centros comunitarios, sin embargo en muchos casos la municipalidad y los gobiernos en turno otorgan la propiedad a particulares para fines privados, negocios, viviendas, etc, realizando cambios de usos de suelo a favor de la propiedad privada, y de esta manera, se privatizan y pierden muchos espacios destinados para lo público. Negando a los habitantes de las ciudades a gozar de espacios de respiro, recreación, belleza y relación colectiva y finalmente en perjuicio de los valores colectivos, los cuales deben prevalecer en cualquier ciudad.
Reflexiones finales:
En las últimas décadas, en diversas ciudades del mundo, el espacio público ha cobrado gran relevancia y el dar prioridad a lo público frente a lo privado, ha sido una política urbana constante. La recuperación de espacios públicos para el peatón, el transporte colectivo, el turismo, y la mejora de las condiciones de habitabilidad en las periferias pobres han sido una estrategia común. Afortunadamente, se han reconocido los valores urbanísticos: sociales, ambientales, psicológicos y económicos de los espacios públicos, contribuyendo a un equilibrio entre lo público y lo privado. Sin embargo, no en todos los contextos se han adoptado estrategias hacia un equilibrio, ya que, en la mayoría de las ciudades mexicanas, el espacio público es un espacio marginal; los gestores urbanos no le han concedido, su valor como elemento fundamental para el desarrollo urbano sostenible. Las deficientes prácticas de planeamiento y el crecimiento desmesurado de los centros urbanos son evidentes, y una de las consecuencias más alarmantes es la falta de espacios públicos para el desarrollo, crecimiento humano, el bienestar ecológico, interacción social, y el aprendizaje colectivo. En la actualidad, el espacio privado es predominante, central, y estructurado, siempre a favor de una mayor ganancia económica; mientras que, los espacios públicos son, espacios marginados e ignorados tanto en su diseño, estética, gestión, cuidado y uso[17].
Es imprescindible creas políticas, normas y reglamentos, institucionalizando el derecho al espacio público en las agendas municipales. En diversas ciudades de Latinoamérica, existe ya un camino recorrido, el caso colombiano y específicamente el de Bogotá, es uno relevante; ya que en este contexto, desde hace décadas el tema del espacio público ha formado parte central en la gestión de la ciudad. Ejemplo de ello, fue la institucionalización del Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (DEP)[18] entidad responsable exclusivamente del espacio público en Bogota, encargada de configurar normas, códigos reglamentos, planes y proyectos urbanos específicos, enfocados a la defensa y valorización de lo público. En sí, la Defensoría aboga por la creación de una ciudad más pública, con un mayor equilibrio físico entre lo privado y público, y por la construcción de una ciudadanía totalmente consciente del valor de lo colectivo. En el contexto Bogotano, el espacio público es ahora considerado como un sistema general, parte integral de un proyecto de ciudad. [19]
Requerimos ciudades bien hechas, dignas, durables para sus ciudadanos. Es necesario adquirir la capacidad de gestionar, diseñar e implementar el espacio público y el espacio privado entendiendo sus lógicas, dinámicas y principalmente su contribución a un desarrollo urbano adecuado de cara a la creación de ciudades con una verdadera calidad de vida urbana. Para esto, es importante, la creación de un estado de derecho con normas, leyes, reglamentos adecuados, finalmente bien aplicados que equilibren la relación en discusión y no solo dejen en manos de lo privado el desarrollo de las ciudades. Ahora, el principal reto, es crear una sociedad que esté realmente comprometida con los valores urbanos colectivos, contando con ella, los beneficios se manifestaran espacialmente.
El reto central del urbanismo es encontrar un balance entre el ámbito público y privado de las ciudades. Los diseñadores urbanos debemos promover este balance reflexionando sobre la planeación y diseño de ambos ámbitos, su interrelación e intercomunicación. Espacios públicos, parques urbanos, plazas, calles y avenidas deben conformar un sistema integral de espacio abierto público, a través de una red que estructure y sustente el espacio privado. Repensando al espacio público como nodo fundamental de integración física y social, planteando límites bien definidos y permeables que promuevan una correcta apropiación y equilibrio entre lo público y privado, contribuiremos a la creación de ciudades más civilizadas, mejor planeadas y finalmente más sustentables.
Introducción
El equilibrio entre las diversas formas de ocupar y aprovechar el territorio para la realización de las actividades humanas individuales y/o colectivas representa un aspecto fundamental para el ordenamiento y la planeación del territorio. Por ejemplo, el balance y equilibrio entre el tamaño de la ciudad y la distribución de equipamientos e infraestructuras, entre los usos de suelo y las vialidades, y/o entre las densidad de construcción y los espacios públicos, es de suma importancia para la calidad de vida y buen funcionamiento de una ciudad. De esta manera, la planeación urbana busca un equilibrio correcto en la apropiación del territorio con el fin de lograr ambientes urbanos sostenibles, que provean de una mayor calidad de vida a sus habitantes y reduzcan los efectos perniciosos en el medio ambiente natural.
Los patrones de crecimiento y desarrollo urbano del siglo XX, han dado lugar a que, en las ciudades predomine el asfalto y lo construido sobre la existencia mínima de áreas destinadas a espacios abiertos públicos que equilibren las relaciones entre, lo natural y artificial, individual y colectivo, o entre, lo privado y público. El equilibrio entre lo público y lo privado es un tema fundamental en la ciudad actual. Pues, muchos de los problemas que aquejan la ciudad contemporánea como la fragmentación física, exclusión social, inseguridad, imagen urbana deteriorada, son agravados por la falta de una buena relación entre el espacio público y espacio privado de las ciudades.
El objetivo de este ensayo es discutir sobre la relación entre lo público y privado en el espacio urbano, teniendo como interés reflexionar como las diversas formas de apropiarse del territorio, han configurado esta relación en las ciudades a través de la historia hasta la ciudad actual. Es de suma importancia la valoración de la transformación de la relación público-privada temporal y espacialmente en vías de una reflexión sobre el equilibrio entre espacio urbano público y el espacio urbano privado en la época contemporánea de cara, a la creación de ciudades con mayores oportunidades hacia la sostenibilidad, ambiental, social y económica.
Definiendo Espacio Privado-Espacio Público
El ambiente privado es parte de la vida, bajo el control individual, fuera de la observancia publica. Todos tenemos derecho a la privacidad, y esto esta incorporado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El espacio privado y la esfera privada, como Madanipour[1] argumenta esta históricamente establecida y socialmente institucionalizada por la propiedad privada; ésta es, la que garantiza el acceso a un espacio que pertenece y esta controlado por un individuo de manera exclusiva. El individuo se ampara en una estructura legal, la cual le provee su derecho de llamar partes del espacio su propiedad privada. Así, lo privado permite libertades a los individuos para ejercer un control territorial sobre cierto espacio, permitiendo el acceso solo a personas conocidas, y también provee la oportunidad para demostrar identidad personal, poder y posición dentro de la sociedad. La unidad espacial de la propiedad privada esta fuertemente relacionada con el espacio íntimo de la vivienda. De esta forma, podemos afirmar que la vivienda es el símbolo básico y esencial del ambiente y la propiedad privada.
En contraste a lo privado, la palabra público se refiere al ambiente social y colectivo, del latín Publĭcus, este termino es definido[2]como un adjetivo que se refiere a lo que es notorio, patente, manifiesto, visto o sabido por todos que es perteneciente o relativo a todo el pueblo ó lo común del pueblo o ciudad. Volviendo a citar a Madanipour[3], este argumenta que dentro de la estructura del estado y la sociedad, un espacio puede ser considerado público, si ha sido suministrado y gestionado por el estado, si es controlado por la autoridad pública, si es abierto y esta disponible para ser usado y compartido por todos los miembros de la comunidad y/o sociedad, finalmente, si es del interés de la gente de manera común. Por lo tanto se caracteriza por la posibilidad de permitir a diferentes grupos de gente sin importar su clase, género o edad para entremezclarse. Por lo tanto, el espacio público es el lugar donde la vida pública tiene lugar, involucrando contextos relativamente abiertos y universales, a diferencia de la vida privada caracterizada por lo íntimo, lo familiar, protegido y controlado individualmente y compartido solamente con la familia y amigos[4]. El espacio público es todo aquel espacio entre lo privado; y, desde el punto de vista urbano, es el espacio circundante y entre los edificios, desde el espacio inmediato fuera de la vivienda hasta las calles, avenidas, parques y plazas de la ciudad.
En la actualidad, la clara diferenciación entre espacio privado y el espacio público es condición fundamental en la vida urbana. Ambos ámbitos tienen sus características y formas, y en acuerdo legal y social, en cada uno de ellos se imponen reglas, normas y valores de comportamiento. El valor de respeto, así como, las conductas aceptadas como adecuadas en ambos ámbitos y finalmente la definición clara a los derechos sobre lo público y sobre lo privado, son asuntos fundamentales para la conservación y permanencia del orden social en las ciudades. En el ambiente urbano, la trasgresión y/o violación de las reglas y normas del espacio público y/o del espacio privado, da lugar al caos, desorden y anarquía. Por ejemplo, el acceder a una propiedad privada, sin el consentimiento del dueño es un ejemplo común de violación a lo privado, de lo que no nos pertenece. En el espacio público, es común observar a los individuos “sin vivienda” realizando actividades privadas, debido a la carencia de la posesión de una propiedad privada, de esta manera, existiendo un traslape de actividades público-privadas, trasgrediendo lo público creando confusión y desaprobación para los demás miembros de la sociedad. Así, como consideramos la existencia del derecho a lo privado, al control e intimidad que proporciona la propiedad privada; también, en el espacio urbano, es importante pugnar por el derecho al espacio público, es decir, el derecho que debemos tener todos los ciudadanos para disfrutar de espacios públicos que satisfagan las diversas necesidades sociales, económicas, psicológicas, ambientales, de manera colectiva. De aquí partimos para considerar el equilibrio entre lo público y lo privado en las ciudades, pues la existencia del espacio público urbano, es tan importante, como la existencia del espacio privado; no puede existir el uno sin el otro, lo público define lo privado y viceversa, la relación entre estos ámbitos es indisoluble.
Ahora nos cuestionamos, ¿Cómo se ha presentado esta relación en la historia urbana y cúal es la situación, en la ciudad contemporánea?
Recapitulando la relación público-privado
A lo largo de la historia han existido diversas formas de relación entre lo público y lo privado en las ciudades, relaciones que han sido definidas de acuerdo al desarrollo ideológico-cultural y científico-tecnológico de las sociedades. Así también, la percepción y valoración humana sobre ambos ámbitos se ha transformado a lo largo del tiempo. En la Grecia Clásica, mientras que el espacio privado presentaba condiciones precarias y la vida doméstica estaba en segundo plano respecto a la actividad comunitaria[5], el espacio público jugaba un papel de gran importancia para la vida urbana. El ciudadano griego destinaba gran parte de su tiempo a la vida pública, a las actividades sociales y políticas en lo público. La magnificencia de los espacios cívicos demuestra esta tendencia, el ágora, los santuarios, el teatro, los gimnasios y demás ocupaban un emplazamiento fijo determinado por la santidad o la conveniencia del lugar, mientras que las viviendas simplemente rellenaban el resto[6]. Así, el ágora griega representa el espacio público por antonomasia, localizada en el centro del pueblo, con gran amplitud y fluidez, era el corazón de las actividades cívicas en donde las actividades comerciales, las manifestaciones culturales, políticas y sociales tenían lugar flanqueadas por templos, altares, edificios de la corte y magistrados. En la “polis” griega, el espacio público representaba el lugar primario de la comunicación y del ejercicio de ciudadanía y democracia.
De manera similar, pero con una tendencia hacia lo cívico-religioso nos podríamos referir a las ciudades prehispánicas, donde los espacios públicos jugaban un papel predominante en la configuración urbana, el espacio público era el lugar de intercambio comercial, de manifestación religiosa y cultural, así las plazas, los espacios de juegos de pelota y templos de grandes dimensiones, representaban el elemento central en la ciudad y el espacio privado de la vivienda era secundario y circundante a este. En contraste, en otras latitudes, como en la ciudad medieval, la relación público-privada se presento de manera diferente, se entremezclaban ambos espacios, en una morfología urbana compacta y estrecha. De tal manera que, la relación público-privada estaba caracterizada por conflictos y tensiones de apropiación por los intereses privado-personales en la utilización del espacio público. El espacio privado era multifuncional, en donde las actividades de producción, comercio y vivienda se realizaban de manera combinada; sin embargo, en una privacidad limitada e insuficiente, estas actividades privadas se extendían hacia la calle, provocando conflictos en la apropiación y uso. Por otro lado, la gran actividad comercial que caracterizaba a la ciudad de la edad media, se realizaba en la vía pública invadiéndola casi en su totalidad, finalmente provocando una continua disputa entre los intereses públicos y privados.
Grandes cambios se observan en la ciudad renacentista y barroca, y paralelamente en las ciudades americanas; en estos contextos, el espacio público fue cuidadosamente planeado, simétricamente diseñado, restringiendo el espacio privado detrás de las fachadas ordenadas y uniformes[7]. Mientras que en la ciudad medieval la actividad mercantil fue lo que definió su configuración, en las ciudades de los tiempos renacentistas y barrocos, el poderío de las cortes reales, el poder de un estado civil consolidado y las ideas de la ilustración fueron determinantes en la configuración del espacio urbano. Así, para finales del s. XIX, la construcción de equipamientos colectivos para la educación, cultura y recreación, salud, transporte y comunicaciones representaron un factor importante en la conformación público-privada, en esta faceta de la ciudad, lo público, como por ejemplo la plaza y los parque sirvieron como espacio para la exhibición de grandes y majestuosos edificios de equipamiento. En esta época, la relación entre el espacio público y espacio privado de las ciudades presentaba ciertas tendencias. Por un lado se buscó con diversos proyectos higienistas mejorar las condiciones del espacio privado con viviendas más adecuadas para la gente trabajadora y la creciente burguesía, acompañado con la construcción de equipamientos que satisficieran las necesidades de la colectividad, de tal manera que, el espacio privado alcanzaba una mayor definición. Por otro lado, el espacio público de la calle, el boulevard, los parques y jardines jugaban un papel relevante en la estructuración de la ciudad. Las relaciones entre el adentro y el afuera eran indiscutibles, pues existía una relación directa, entre la vivienda, el patio y la calle, entre los edificios públicos, las plazas, parques y jardines. Además, el espacio público servía para el paseo, descanso y la comunicación interpersonal, así como también para las manifestaciones sociales y políticas.
La continua relación entre el ambiente privado y el espacio público fue una constante desde la antigüedad hasta principios del s. XX. Sin embargo, las ideas del movimiento moderno dieron lugar a una profunda transformación en el equilibrio y relación entre el espacio público y el espacio privado. Como es conocido, la industrialización y automatización de la sociedad trajo consigo la transformación de la vida urbana, emergiendo así, los preceptos para crear los nuevos espacios de vida que satisficiesen las nuevas demandas que imponía la modernidad. El funcionalismo rechazó las formas urbanas de la ciudad tradicional denegando la calle y la plaza. Así, el espacio público de la ciudad característico de épocas anteriores desapareció, siendo sustituido por grandes espacios abiertos sin delimitantes y solo flanqueados por las nuevas formas de vivienda, caracterizadas por edificios de gran altura distantes unos de otros. Aquí, la vida entre los edificios se tornó difusa y carente de la vitalidad pública que había caracterizado la ciudad hasta entonces. El funcionalismo del movimiento moderno otorgó prioridad a lo privado, principalmente al transporte motorizado y al movimiento a gran velocidad, lo cual vino a desequilibrar y a desgastar la fuerte relación que existía entre los espacios abiertos y los edificios alrededor de estos[8]. El espacio público resultante fue un gran espacio el cual tenía poca conexión, o más bien estaba totalmente desconectado con otras partes de la ciudad, y frecuentemente subutilizado, y su relación con el espacio privado fue solo para ser visto desde lo alto de los rascacielos o desde la ventanilla de los coches[9]. Finalmente, existía un espacio privado higiénico y estandarizado, y un espacio público ambientalmente amplio y abierto, pero socialmente debilitado.
Equilibrio entre lo público y privado en la ciudad actual
Entonces, ¿Cómo se presenta la relación entre el espacio público y el espacio privado en la ciudad del s. XX y en la actualidad? Las secuelas del funcionalismo y finalmente los cambios tecnológicos del siglo pasado y principios del presente han dado lugar a que, diversos analistas argumenten sobre la decadencia del espacio público[10], refiriéndose al gran predominio de lo privado sobre lo público. Incluso, algunos visionarios, en las últimas décadas del siglo XX, auguraban que la vida pública en el espacio urbano público desaparecerían, ya que debido a los avances tecnológicos, como la tecnología digital, daría lugar a la existencia de un espacio virtual, a un “ágora electrónica[11]”, en donde a través de este, nuestras necesidades de interrelación laboral, social, política y cultural serían satisfechas. De esta manera el espacio urbano de las calles, las plazas y parques, tendería a desaparecer, sino físicamente, si socialmente, pues ya no serían tan necesarios. Afortunadamente, estos visionarios no fueron tan acertados, los recientes avances tecnológicos han venido a transformar las formas de habitar las ciudades, sin embargo, no podemos afirmar que dichos avances hayan venido a sustituir o desaparecer por completo la vida pública en los espacios públicos.
Es importante reconocer que, en las últimas décadas, en la mayoría de las ciudades hemos experimentado un predominio de lo privado sobre lo público, podemos iniciar con ejemplos relacionados con la privatización de servicios urbanos de infraestructura que se ha realizado en diversas ciudades. La provisión de servicios de comunicaciones, agua, electricidad, basura y otros, los cuales han sido generalmente “públicos”, ahora en muchas ciudades han dejado de serlo. También es pertinente afirmar que, en la ciudad contemporánea la relación público-privada pierde su balance imponiéndose lo privado sobre lo público, degradándose las cualidades públicas del espacio urbano, y en donde podemos observar que de acuerdo a la definición que presentamos al inicio, el estado ha reducido su control en el suministro y/o la gestión de los espacios públicos, en muchos espacios se presentan barreras o son cada vez más cerrados, lo que evita que sean usados y/o compartidos por todos los miembros de la sociedad. Lo que en el pasado pertenecía a la esfera abierta y se configuraba con una mayor legitimidad pública, ahora pertenece cada vez más al ámbito de lo privado, desde el nivel del micro espacio hasta el nivel macro del barrio y la ciudad. Por ejemplo, en Los Angeles, las plazoletas y plazas fuera de losedificios corporativos han sido construidas y posteriormente gestionadas y controladas por las consorcios que se alojan en los rascacielos[12]. En nuestro contexto, las calles y aceras se encuentran invadidas por usos privados, y para el beneficio de particulares, los espacios utilizados para el comercio ambulante, al punto de limitar la fluidez peatonal y el buen mantenimiento del ambiente de la calle es un ejemplo de ello. Por otro lado, el espacio público ha perdido muchos de sus atributos sociales y ambientales convirtiéndose en muchos casos, en el espacio exclusivo de circulación a gran velocidad en donde predomina el transporte privado y el espacio para el estacionamiento de automóviles.
En la contemporaneidad, existe un cambio de percepción sobre la experiencia pública, ya que esta se percibe insegura, dando lugar a una pérdida de confidencia en las actividades públicas, pues la entremezcla entre desconocidos puede ahora resultar agobiante y estar caracterizada por el miedo y la desconfianza. Estos sentimientos han provocado que morfológicamente, la ciudad se fragmente y desconecte física y socialmente, dominando las nuevas formas de un urbanismo privatizador. La existencia cada vez mayor de “fraccionamientos cerrados” es una muestra de ello; así la ciudad se va conformando con enclaves o guetos habitacionales, caracterizados por su mono-funcionalidad, homogeneidad social y exclusividad que se convierten en moda. Resultando ciudades privadas[13] que se aíslan de la ciudad para crear un ambiente “agradable, tranquilo y seguro” para aquellos grupos minoritarios de la sociedad capaces de pagar por este beneficio. Así, la calle y los parques de calidad se vuelven accesibles solo para unos cuantos. Las barreras, las murallas y los grandes portones en donde la gente accede en automóvil se han vuelto parte del paisaje urbano en la mayoría de nuestras ciudades. Propuestas que, desde el propio término, son incongruentes, puesto que una ciudad nunca puede ser privada; una ciudad es, entre otras cosas, un lugar donde habita gente distinta, con espacios públicos, con espacios de libertad y con movimientos sin control. En las propuestas de exclusión no es precisamente donde podremos encontrar un germen de ciudad.[14] Aunado a las formas residenciales, el espacio público de convivencia, intercambio y manifestación política, social y cultural se sustituye paulatinamente por los espacios del consumo, los mega-centros comerciales son ahora el centro de recreo para muchos. En los alrededores de los barrios cerrados aparecen centros comerciales, hipermecados, complejos deportivos, centros de convenciones, hoteles, agencias de automóviles, colegios y universidades privadas[15].Como un digno representante de estos nuevos valores de producción urbana en México, podríamos mencionar el complejo urbano “Santa Fe”, localizado al sur de la capital mexicana. En Santa Fe emerge “la existencia de un urbanismo, público y privado, que parece empeñado en romper la ciudad en fragmentos, en aislar a las personas, segregar los grupos sociales, encerrarlos a cada uno en sus guetos (…)sin espacios públicos, enfrentado a su entorno, que aparece como una ciudad amurallada para uso exclusivo de sus residentes acomodados y acobardados”.[16]En la ciudad de Xalapa, Veracruz, a una menor escala tenemos ejemplos, pues existen ya fraccionamientos cerrados con lagos y jardines, centro deportivo, totalmente amurallado, con imponentes entradas y sistemas de seguridad, flanqueados del gran centro comercial de marca, agencias de automóviles, hoteles de cadena, y corporativos comerciales transnacionales, todo esto se vuelve la nueva oferta de ciudad, por supuesto para la gente pudiente. De esta manera, la ciudad de la globalización y el consumo que se accede en coche y con membresía, es la nueva forma de urbanización.
En contraste, a lo que sucede en la urbanización dirigida a los sectores de mayores ingresos, el desequilibrio público-privado también es evidente en la ciudad de los sectores de menos recursos. El crecimiento desmedido de la población y los movimientos migratorios del campo a la ciudad de las últimas décadas, han dado como resultado el crecimiento de las ciudades a través de asentamientos populares con equipamientos y servicios insuficientes. Los barrios y colonias pobres de nuestras ciudades creadas durante la segunda mitad del siglo XX, surgen sin espacios públicos, y en el caso de su existencia, estos son de muy baja calidad y en general observamos la falta de un balance entre lo construido y lo no construido, lo público y lo privado, entre lo verde-natural y lo asfaltado.
Las ciudades mexicanas continúan expandiéndose de manera extensiva con una insuficiencia de parques, plazas, y áreas verdes que provean de equilibrio ambiental, social y por lo tanto de un equilibrio entre los diversos componentes del sistema urbano. Con frecuencia, observamos que los nuevos desarrollos habitacionales se diseñan con muy pocos espacios públicos para el recreo, la convivencia y el mejoramiento ambiental, y cuando estos son incluidos, son localizados en espacios residuales y aislados perdiendo su sentido y cualidades como verdaderamente espacios públicos. Así, el espacio público pierde su vocación de estructurador de la forma urbana, vinculador físico-social y de valor ambiental, siendo totalmente relegado a favor de una mayor ganancia económica generada por el predominio del espacio privado. Peor aún, en la mayoría de las colonias, fraccionamientos y barrios, el poco espacio público existente se encuentra generalmente en riesgo, debido a su abandono, falta de mantenimiento y una indiferencia generalizada por los bienes públicos por parte de las mayorías. Por otro lado, existen diversos agentes que fomentan su apropiación privada con la construcción de viviendas y otro tipo de edificios. Aquí, los ayuntamientos tienen la responsabilidad de controlar y gestionar los espacios para el beneficio colectivo, ya sean parques, plazas, jardines o áreas de juegos o centros comunitarios, sin embargo en muchos casos la municipalidad y los gobiernos en turno otorgan la propiedad a particulares para fines privados, negocios, viviendas, etc, realizando cambios de usos de suelo a favor de la propiedad privada, y de esta manera, se privatizan y pierden muchos espacios destinados para lo público. Negando a los habitantes de las ciudades a gozar de espacios de respiro, recreación, belleza y relación colectiva y finalmente en perjuicio de los valores colectivos, los cuales deben prevalecer en cualquier ciudad.
Reflexiones finales:
En las últimas décadas, en diversas ciudades del mundo, el espacio público ha cobrado gran relevancia y el dar prioridad a lo público frente a lo privado, ha sido una política urbana constante. La recuperación de espacios públicos para el peatón, el transporte colectivo, el turismo, y la mejora de las condiciones de habitabilidad en las periferias pobres han sido una estrategia común. Afortunadamente, se han reconocido los valores urbanísticos: sociales, ambientales, psicológicos y económicos de los espacios públicos, contribuyendo a un equilibrio entre lo público y lo privado. Sin embargo, no en todos los contextos se han adoptado estrategias hacia un equilibrio, ya que, en la mayoría de las ciudades mexicanas, el espacio público es un espacio marginal; los gestores urbanos no le han concedido, su valor como elemento fundamental para el desarrollo urbano sostenible. Las deficientes prácticas de planeamiento y el crecimiento desmesurado de los centros urbanos son evidentes, y una de las consecuencias más alarmantes es la falta de espacios públicos para el desarrollo, crecimiento humano, el bienestar ecológico, interacción social, y el aprendizaje colectivo. En la actualidad, el espacio privado es predominante, central, y estructurado, siempre a favor de una mayor ganancia económica; mientras que, los espacios públicos son, espacios marginados e ignorados tanto en su diseño, estética, gestión, cuidado y uso[17].
Es imprescindible creas políticas, normas y reglamentos, institucionalizando el derecho al espacio público en las agendas municipales. En diversas ciudades de Latinoamérica, existe ya un camino recorrido, el caso colombiano y específicamente el de Bogotá, es uno relevante; ya que en este contexto, desde hace décadas el tema del espacio público ha formado parte central en la gestión de la ciudad. Ejemplo de ello, fue la institucionalización del Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (DEP)[18] entidad responsable exclusivamente del espacio público en Bogota, encargada de configurar normas, códigos reglamentos, planes y proyectos urbanos específicos, enfocados a la defensa y valorización de lo público. En sí, la Defensoría aboga por la creación de una ciudad más pública, con un mayor equilibrio físico entre lo privado y público, y por la construcción de una ciudadanía totalmente consciente del valor de lo colectivo. En el contexto Bogotano, el espacio público es ahora considerado como un sistema general, parte integral de un proyecto de ciudad. [19]
Requerimos ciudades bien hechas, dignas, durables para sus ciudadanos. Es necesario adquirir la capacidad de gestionar, diseñar e implementar el espacio público y el espacio privado entendiendo sus lógicas, dinámicas y principalmente su contribución a un desarrollo urbano adecuado de cara a la creación de ciudades con una verdadera calidad de vida urbana. Para esto, es importante, la creación de un estado de derecho con normas, leyes, reglamentos adecuados, finalmente bien aplicados que equilibren la relación en discusión y no solo dejen en manos de lo privado el desarrollo de las ciudades. Ahora, el principal reto, es crear una sociedad que esté realmente comprometida con los valores urbanos colectivos, contando con ella, los beneficios se manifestaran espacialmente.
El reto central del urbanismo es encontrar un balance entre el ámbito público y privado de las ciudades. Los diseñadores urbanos debemos promover este balance reflexionando sobre la planeación y diseño de ambos ámbitos, su interrelación e intercomunicación. Espacios públicos, parques urbanos, plazas, calles y avenidas deben conformar un sistema integral de espacio abierto público, a través de una red que estructure y sustente el espacio privado. Repensando al espacio público como nodo fundamental de integración física y social, planteando límites bien definidos y permeables que promuevan una correcta apropiación y equilibrio entre lo público y privado, contribuiremos a la creación de ciudades más civilizadas, mejor planeadas y finalmente más sustentables.
Ciudad y democracia

Introducción
El modelo urbano que caracteriza a la mayoría de las ciudades contemporáneas, manifiesta básicamente tres tipos de conflictos: de organización espacial o uso de suelo , de vialidad y consecuentemente de habitabilidad.
La dinámica de crecimiento anárquico, que como consecuencia del acelerado proceso de concentración poblacional presentan las urbes actuales, ha modificado sustancialmente la estructura de la organización espacial que los asentamientos tuvieron en sus inicios.
Dicha concentración de población suele ser, en lo físico, dispersa y desordenada al momento de establecerse en las urbes, provocando un acelerado crecimiento de la geografía urbana, las más de las veces en sentido horizontal, alterando de esta forma su escala vivencial original.
Pero tal vez lo más significativo sea la transformación del rostro cultural, que como resultado del proceso migratorio hacia los centros urbanos, generado por la búsqueda de empleo y mejores condiciones de vida ante la depresión económica de las áreas rurales, va conformando un tejido social marcado por la diversidad y en ocasiones por la pluriculturalidad de quienes lo componen, circunstancia que crea un complejo mosaico social difícil de encajar y ser atendido por los esquemas funcionales del modelo de la ciudad moderna diseñada generalmente bajo una visión unidireccional en cuanto a un prototipo de habitante ideal preestablecido.
Por su parte, los niveles de convivencia y comunicación, otrora de carácter directo y personal, ahora se ven dificultados por las distancias que pronto se incrementan y exigen de la utilización de alternativas mecanizadas y tecnificadas para poder establecer la movilidad humana.

Como señala Shannan Mattiace:
“Algunos autores sugieren que la preocupación de la civilización occidental por el concepto del tiempo relacionado con nociones de progreso y modernización, ha relegado los estudios del espacio a un plano secundario…”
El automóvil, no como alternativa sino como “solución” única, a la optimización del tiempo, ha marcado, desde los inicios de los modelos de las ciudades funcionalistas de la primera mitad del siglo XX, las características de las urbes modernas pretendiendo resolver la problemática de las distancias y los desplazamientos, percepción que bajo una equivocada interpretación, ha incentivado y estimulado su uso.
Distancia, automóvil y celeridad (por no decir velocidad), se convirtieron en los retos y premisas básicas del silogismo en el que se fundamenta el diseño urbano contemporáneo.
Sin embargo las actuales urbes son victimas de la contradicción de dichos fundamentos. Por ejemplo, ante el incremento del parque automotriz, hoy se padece de serios problemas contrarios a las supuestas soluciones esperadas, pues ante la falacia de la mayor fluidez del tráfico vehicular, en la realidad se generan grandes aglomeraciones y congestionamientos difíciles de resolver.
No obstante la visión metodológica imperante en los modelos de enseñanza del urbanismo, siguen atendiendo a dichos condicionamientos, dejando de lado lo sustancial que tiene que ver con el grado de habitabilidad, directamente relacionado con los niveles de convivencia social, de la movilidad humana no mecanizada o para decirlo de otra manera, del ciudadano de a pie, punto en el que resulta obligado reflexionar sobre el sentido, que en lo social, cumple el modelo de la ciudad actual.
Ciudad y democracia.
El concepto de ciudadano proviene de ciudad, el que reside y habita la ciudad.
La definición estricta de ciudad establece:
“…Ciudad. (Del latín civitas, civitatis, conjunto de ciudadanos integrantes de una urbe o Estado.) f. Población reunida y asentada en forma permanente dentro de una totalidad social, que busca las satisfacciones de vivir en conjunto, gracias a bienes y servicios que mejoran las condiciones de vida.”
Sin embargo, como señala también Shannan Mattiace:
Las ideas clásicas liberales sobre ciudadanía se basan en la distinción entre las esferas pública y privada. El ciudadano liberal es un individuo racional con la libertad para conducir sus asuntos privados como le plazca, estableciendo dialogo con sus conciudadanos en espacios públicos neutrales sobre temas más generales o “políticas”, siempre y cuando no dañe físicamente a otros. Esta noción ha sido fuertemente impugnada por quienes alegan, entre otras cosas, que las características del individuo ”racional” de la teoría liberal tendió a coincidir históricamente con las del hombre blanco de la clase alta y media alta, dejando de lado a las minorías, quienes son etiquetados como factores no racionales cuyas acciones se circunscriben a la esfera privada.
Para decirlo de otra manera, la noción clásica del liberalismo define a la ciudadanía como un conjunto de derechos universales, ejercidos o no, por miembros individuales de Estados – nación particulares. Una posición crítica alternativa sería ver la ciudadanía como dependiente del contexto social y como un proceso en vez de un listado de derechos y responsabilidades formales”.
Por que:
“¿Que significa ser ciudadano en sociedades en las que los espacios públicos, de por si reducidos, están desapareciendo rápidamente, mientras los espacios para el consumo de bienes y servicios identifican las preferencias de los ciudadanos más “efectivamente” que las viejas formas de representación política como los cuerpos legislativos, el cabildeo y el voto? ¿Qué ocurre con los ciudadanos que carecen de los medios para consumidor esos bienes y cuyas preferencias no son tomadas en cuenta para nada? Esta es una seria preocupación en la medida en que las diferencias entre los que tienen y los que no tienen han crecido enormemente en el mundo industrializado y el mundo “en vías de desarrollo”.
En consecuencia, que la condición primordial para que un asentamiento fuese considerado como ciudad de manera integral, es que garantizase la habitabilidad igualitaria de sus pobladores, sin distingos de posición o clase (entre los de a coche y los de a pie).
En suma que la condición estricta de ciudad plantea un reconsideración del papel democrático que como ámbito de lo público, apropiado en la totalidad de sus espacios por cada uno de sus habitantes, debe de cumplir la ciudad.
Y en ese sentido, ¿A caso nuestras actuales ciudades cumplen dicha condición?
Históricamente, hasta la fase preindustrial, los ciudadanos ejercieron su facultad de apropiación del espacio urbano y en correspondencia las ciudades se estructuraron acorde a las formas de organización social y en función de las propias visiones ideológicas.
En América, las ciudades prehispánicas se asentaron en torno al centro ceremonial, mismo que constituía en si mismo una ciudad mítica y en conjunto sus habitantes se apropiaron del espacio urbano regido y determinado en su traza y dinámica por lineamientos astronómicos resultado de su interpretación cosmogónica.
A su llegada, los europeos establecieron sus asentamientos sobre la base de las organizaciones urbanas prehispánicas ya no como espacios míticos, sino como puntos de control y dominio económico, pero sin perder el carácter de habitabilidad previamente establecido, situación que habría de mantenerse hasta los inicios del siglo XIX, momento en que la visión racional del pensamiento ilustrado, habría de radicalizar la interpretación organizativa de la urbe para transformarla y articularla bajo conceptos y principios eminentemente funcionales.
Un ejemplo de ello lo constituyo la salida de los cementerios o camposantos, establecidos en los atrios de los templos ubicados generalmente al interior de la ciudad, para ahora se ubicados en las afuera de las mismas.
El otrora terreno santificado o campo santo, destinado al albergar el ultimo testimonio de vida, referente tangible de la transición hacia el más allá, el cadáver, ahora sería visto como simple despojo material de la existencia humana y en consecuencia el concepto mítico del cementerio ahora se transformaría en simple basurero de la carroña humana.

En consecuencia uno de los primeros factores que desarticularían la estructura de la urbe tradicional, humanamente habitable y transitable, sería la ubicación de los nuevos cementerios a las afueras de la ciudad, condenando a vivos y muertos a un penoso recorrido, tanto por el aspecto emocional como por el desgaste físico del transito ahora de largas distancia.
Los muertos serian en consecuencia los primeros condenados, en la transición al modelo de la ciudad moderna, a recorrer largos caminos.
Poco tiempo después, la irrupción de los procesos industriales y sus efectos contribuirían definitivamente a la fragmentación y división de la ciudad.
Las zonas de desarrollo industrial y comercial fueron inicialmente separadas de las zonas de otros usos, privilegiándose con el empleo del automóvil, la importancia de las primeras.
Las exigencias del modelo de desarrollo económico, fincado en los mecanismos mercantiles que exigían eficiencia y prontitud en los procesos de comercialización pronto condicionaron el crecimiento urbano a los fundamentos que he señalado líneas arriba. Distancia, automóvil y velocidad.
No faltarían los esfuerzos visionarios e intentos de organizar los modelos de las nuevas ciudades impactadas por el desarrollo industrial a fin de no perder el carácter de habitabilidad que los asentamientos preindustriales habían mantenido.
Tales fueron los casos de Antonio Garnier con su modelo de Ciudad Industrial, el de Ebenezer Howard con la propuesta de Ciudad Jardín o el de Le Corbusier con su Plan Voisin.
“La ciudad industrial, decía Le Corbusier, es el primer ejemplo de terreno urbano definido como espacio público y organizado para acomodar confortablemente y para el beneficio común de sus habitantes. Después de una eclipse de muchos años, Garnier restablece afortunadamente la dignidad y la pureza de integrar vivienda, trabajo y contacto entre los ciudadanos”. Le Corbusier.
Para el ámbito latinoamericano es obligado mencionar el caso de la creación de Brasilia, por arquitectos como Oscar Niemeyer, Lucio Costa y Eduardo Alfonso Reidy o el mas reciente de Curitiva, modelo este último que no obstante las diversas virtudes que pareciese ofertar, no ha podido replicarse ya no digamos en otro ámbito latinoamericano, sino ni siquiera dentro del mismo territorio brasileño.
En todos los casos referidos, los fundamentos de la organización urbana están determinados por la interconexión de las grandes distancias, la operatividad de la circulación vehicular, aun la del transporte colectivo y consecuentemente por la búsqueda de la fluidez en el desplazamiento automotriz.
La ciudad tradicional dejó de estar determinada por el uso directo de sus habitantes, de los ciudadanos, para transformase ahora en un ámbito regido por los marcos normativos establecidos en función de los flujos de circulación vehicular.
La ciudad perdió el control ciudadano, la ciudad se transformó en una entidad antidemocrática-. El usuario de a pie dejo de existir. La infraestructura urbana se condicionó a partir de las exigencias establecidas por el automóvil.
Sin embargo y a manera de conclusión, existe hoy, ante el evidente fracaso del modelo de la ciudad funcional, una recomposición de los fundamentos que nos llevan a las propuesta de nuevas ciudades, algunas planteadas desde la óptica particular de los especialistas, tal y como ocurre con la propuesta del Arq. Norman Foster con su proyecto de Masdar en el Emirato árabe de Abu Dhabi o por la organización comunitaria tal y como es el caso de las nuevas comunidades emergentes en el sureste de México.

En todas las nuevas propuestas lo que se busca primordialmente es reestablecer los niveles de habitabilidad que toda ciudad debe de garantizar en un marco de convivencia equilibrado tanto con el medio ambiente como con los demás actores sociales, reestableciendo el sentido democrático que todo asentamiento humano debe de garantizar.
De Vitruvio al pollo asado.
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Julio Alonso Casado, Arquitecto.
Tomando como punto de partida unas declaraciones del conocido arquitecto Don Santiago Calatrava en las que vehementemente afirmaba que, la Arquitectura es una de las bellas artes y que debíamos ponerla al mismo nivel de la Escultura o de la Pintura, me gustaría reflexionar acerca de este axioma cada día más frecuente entre algunos arquitectos.
Ellos, en defensa de su inoperancia, proponen a la Arquitectura como una de las bellas artes. Desde mi punto de vista ni siquiera es un arte plástica, por más que diga el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua: Cada una de las que tienen por objeto expresar la belleza, y especialmente la pintura, la escultura, la arquitectura y la música.
Sería bastante triste que el objeto de la Arquitectura fuera únicamente transmitir belleza, obviando así, con un solo gesto, los principios clásicos en los que ella descansa: Firmitas, Utilitas y Venustas, introduciendo el subjetivismo como postulado de trabajo.
Subjetivismo que sirve como arma en la no-resolución de los problemas esenciales de la obra de arquitectura: la función, la constructibilidad -incluyendo en esta constructibilidad no solo lafirmitas sino el coste de la obra-, la función social y por último la poética, su grandeza.
La grandeza, esta bondad de la obra de Arquitectura, la debe dar su capacidad de haber resuelto un problema para el hombre. Haber enriquecido la vida de algunos no con la frivolidad de la estética ni de la plástica, sino con la sobriedad y la seriedad de la respuesta técnica, funcional y económica que llevará irremisiblemente a una respuesta poética, que no artística, pues es la Arquitectura un problema de medidas, de encuentros, de geometría y de uso. No tanto de uso inmediato, de resolver el problema concreto de la función constreñida a la petición del cliente, sino de una función verdadera, universal y atemporal; una visión arquitectónica de la funcionalidad del edificio.
Un gran edificio sirve al ser humano para distintos usos a través de los siglos, sin perder su Arquitectura y sin variar su concepción inicial.
Estamos pues mucho más cerca del conjunto de reglas o principios explícitos con que se define la poética que de el fin de transmitir belleza que define a las bellas artes. Si bien sería absurdo negar la parte artística de la arquitectura.
Sáez de Oiza afirmaba que: La Arquitectura no puede ser solamente un objeto técnico y, al tiempo, no puede dejar de ser un objeto técnico. La posibilidad técnica y constructora de la Arquitectura genera la forma, pero la voluntad de expresión, su lado estético, cultural, la genera también.
Se me hace necesario seguir profundizando en tal inclusión de la Arquitectura como arte pues es por desgracia mal común y discurso aprehendido no solo por la opinión pública, sino por los propios arquitectos de final del siglo XX, y con gran fuerza en estos inicios del XXI por estudiantes y jóvenes arquitectos, .
Hemos visto a arquitectos de reconocido prestigio elevar la voz defendiendo dicho principio, igualando, como decía al inicio, la Arquitectura a la Pintura y a la Escultura y desviando mientras tanto, sus presupuestos en un 300% o permitiendo alegremente que la gente resbale en sus edificios, sirviéndose de esta coartada para introducir el carácter subjetivo, aplaudidos por políticos y financieros acríticos y abúlicos a los que por su analfabetismo arquitectónico les resulta más rentable valorar la arquitectura como una cuestión de gusto snob y de opinión indocumentada, cercana a la valoración de la música pop (me gusta / no me gusta), lo que Antonio Miranda en su libro Ni Robot ni Bufón llama ungusto gastronómico, sin profundizar por pura incapacidad y ceguera ágrafa en lo que es y lo que no es Arquitectura, colocándola al mismo nivel cultural del pollo asado.
Hemos pasado por tanto de los estrictos órdenes clásicos al todo vale, olvidando por el camino que la Arquitectura es una ciencia al servicio del hombre y que la estética, el lado artístico, su capacidad para expresar la belleza, la Venustas llegará irremisiblemente desde la poética una vez cumplidas las premisas de uso, construcción y servicio.
Y si bien todos los que hemos proyectado sabemos que para los arquitectos sin reputación, entendiendo por reputación lo que el diccionario dice: Prestigio o estima en que son tenidos alguien o algo, para los arquitectos desconocidos, dignos en muchos casos y de una profesionalidad muy superior a la de algunos de sus reputados colegas, (aunque a veces arrastrados por las modas y la imitación al triunfador perpetran edificios dignos del museo de los horrores), pues hay tantas variables e intervinientes que influyen en la obra construida, (cliente, contratistas, presupuesto, situaciones sociales, políticas etc.), que es difícil salir de la mera edificación para pasar al siguiente estadio, el de la Arquitectura, aunque siempre debe intentarse. No discuto esa manera de actuar pues se de la dificultad de ganar el pan con este oficio.
La que me parece más discutible , es la de aquellos arquitectos que sí tienen ganado su prestigio, en la mayoría de los casos por su buen hacer, en otros por la estulticia y el interés económico de los medios, y que pueden imponer su criterio a clientes analfabetos, sean prósperas compañías o administraciones públicas con el unánime respaldo de la opinión pública, y en lugar de eso se instalan en la molicie de lo artístico, abarrotando el panorama arquitectónico de excrecencias formalistas a la moda y en el agrado de los Mass-media y por tanto de la alucinada y ovina opinión pública.
En realidad sucede igual con la música: junto a una música culta trabajada y muchas veces difícil de apreciar por el oído no cultivado o por el neófito desconocedor de las reglas y principios de este arte, realizada por profesionales serios y conscientes de la importancia de su arte, sin respaldo ninguno de los medios -que son los primeros en no entenderla ni apreciarla-, se fomenta una música seudo culta, facilota, entendible por cualquiera y que roba las formas o los principios de aquella. Así, Alicia Keys pasa por vocalista de jazz con total impunidad y adoración de una masa acrítica que compra sus discos para regalar en Navidad, porque lo anuncian por la tele y jamás se sentaría a escuchar a Sheila Jordan.
Cuando se baja aún más en la hez del sistema/negocio observas como los productos de consumo rápido en los que ni siquiera se disimulan las carencias, como en el caso anterior, se crean y se destruyen como por arte de magia generando por el camino pingües beneficios y convenciendo en ese proceso a la indocumentada opinión pública de que son ellos quienes deciden lo que es bueno o malo, porque ellos tienen criterio, (me gusta /no me gusta).
Con la arquitectura, sin llegar a los excesos anteriormente comentados, cualquier día vemos en televisión un reality sobre la creación de un proyecto; no quiero dar ideas, pero ya hemos visto a un prestigioso arquitecto español aparecer en televisión en horario de máxima audiencia mostrándonos su secreto.
Sucede en nuestra disciplina algo parecido: se promueve una arquitectura pop, de consumo, atrayente en sus excesos, agradable a los sentidos, con espectaculares formas y materiales cuanto más exóticos mejor, con un cierto carácter cirquense. Pasen y vean: la torre más alta, la cubierta más grande, el voladizo más largo, el rascacielos que gira etcétera. Cuestiones entendibles por cualquiera sin obligarles a más discernimiento de me gusta/ no me gusta.
En este marco, todos esos proyectos emblemáticos se otorgan a un arquitecto o a otro por concurso. En teoría la intención es buena; se convoca un concurso y en igualdad de condiciones los arquitectos presentan sus trabajos y un jurado de probada solvencia emite juicio sobre los concursantes y gana el mejor. La probada solvencia del jurado, que suele componerse por distintos cargos políticos o funcionarios sin relación con la arquitectura y algún arquitecto en clara minoría, es cuando menos dudosa.
¿Cuáles son los criterios para emitir juicio?. ¿Qué distingue la buena de la mala arquitectura? Me gusta / no me gusta.
La impostura está tan instaurada que en la nueva ley española de contratos del Estado a todo esto se le llama Criterios subjetivos de adjudicación. Pero claro es que la Arquitectura es un arte. Pues ya está el problema resuelto.
La necesidad generada por los medios de que cada pueblo y ciudad posea su edificio emblemático y que solo será emblemático si va firmado por uno de estos arquitectos de moda, con estilo reconocible, del que se podrá presumir como de un carísimo reloj de pulsera presume el nuevo rico, lleva a la mayoría de jóvenes arquitectos a la búsqueda enloquecida de esa marca, de esa capacidad de reconocimiento, banalizando la escena arquitectónica con proyectos más cercanos al diseño grafico que a la Arquitectura; proyectos de muy difícil construcción, acudiendo a artificios tecnológicos de elevadísimo coste. Pero, es que la física le gano la batalla a la razón, aunque eso es otra historia.
Ahora bien, aún estando convencido de que todo lo anterior es cierto, ¿se le puede obligar a alguien, por capaz que sea, a hacer Arquitectura de la de verdad, de la que perdura por los siglos de los siglos, amen? ¿Es ilícito o poco honesto aprovechar la posición en que uno se encuentra para realizar obras de arquitectura de consumo, arquitectura pop, como antes decíamos? ¿Se puede obligar a alguien a que toda su labor vaya encaminada a entrar en la historia de la arquitectura? Supongo que no.
Si bien todo Arquitecto, parafraseando a Lorca, es capaz de distinguir en absoluto lo que es Arquitectura, probablemente no todo arquitecto tiene que estar en la obligación moral de tomar ese camino ascético de lucha interna y permanente por lograr una Arquitectura con mayúsculas.
Yo por mi parte pediré un pollo asado que disfrutaré en el patio del Museo de Antropología de Pedro Ramírez Vázquez.
Hummm. Me gusta.

Madrid, 22 de septiembre de 2009
Arquitectura vernácula casa-patio

Mtra. Arq. Ana Aurora Fernández Mayo.
Dra. Arq. Eva Acosta Pérez.
Resumen
Dentro de los diferentes estilos y tipos de vivienda existen aquéllos llamados regionales que se determinan por el contexto en el que están inmersos. De ellos se desprende la arquitectura vernácula como una muestra muy peculiar de composición y funcionamiento al integrar en los materiales de construcción elementos arquitectónicos que la definen.
La arquitectura vernácula refleja las tradiciones transmitidas de una generación a otra y que generalmente se ha producido por la población sin la intervención de técnicos o especialistas, siempre ha respondido a las condiciones de su contexto y a las formas de vida de cada comunidad en donde se encuentra, de ahí que este tipo de arquitectura responde a la cultura del o los grupos sociales que identifican a un pueblo, por lo que también este tipo de cultura es llamada cultura popular. Esta cultura popular conserva materiales y sistemas constructivos regionales de gran adecuación al medio, por lo que constituye un patrimonio enorme y de vital importancia que deberá ser protegido y conservado.
Lo anterior nos lleva a reflexionar acerca de la llamada arquitectura regionalista, cuya acepción más conocida es la correspondencia al conjunto de edificaciones realizadas en ámbitos regionales específicos como el caso aquí presentado, la ciudad de Coatepec, Veracruz.
1.- Antecedentes de la arquitectura vernácula en México
La arquitectura vernácula en México, desde sus orígenes, reconoce una mezcla de culturas indígena e hispánica que se manifiesta en cada una de las regiones del país. Esta mezcla cultural marca las directrices de un nuevo mundo influido por las formas de vida indígena y las técnicas hispanas en donde surge el estilo vernáculo con características mestizas que definen la identidad de los pueblos.
1.1 La arquitectura prehispánica
Desde el descubrimiento del nuevo mundo se cree que la ciudad es un ente organizador del espacio donde se van conformando diversos elementos que integran un sistema de relación para su funcionamiento. Desde el siglo XVI, se ha producido de manera constante y permanente la fusión de los diferentes componentes culturales indígenas, hispanos y africanos que ha definido el desarrollo del pasado y presente de México.
Los primeros vestigios de chozas y habitaciones muestran el asentamiento de grupos humanos que determinaron su residencia en la configuración de sus componentes como la casa, el adoratorio, los graneros y fuentes de agua como surgimiento de las primeras aldeas. Algunos patrones de habitación en la época prehispánica atienden aspectos muy específicos de los materiales empleados en su construcción.
El modelo residencial de la capital azteca marca dos tipos de patrones en el conjunto urbano: las zonas con chinampas adjuntas y las zonas sin chinampas. En las zonas residenciales se describen posiciones de las habitaciones con respecto a calles, iglesias y características topográficas. Las habitaciones estaban ligadas directamente con un espacio abierto o patio interior y raramente tenían acceso directo a la calle o canal.
Las construcciones civiles se clasifican de acuerdo a los criterios de techos, los cuales se agruparon en cónicos y dos aguas; muros, cuatropeados de diferentes materiales: ladrillos, adobes o piedra; elementos complementarios como dinteles y jambas ornamentados y pintados con diferentes colores; y los basamentos, que eran sencillos o de dos o tres cuerpos. Lo anterior se complementaba con la pintura mural en templos y palacios cuya representación señalaba la vivienda indígena.
1.2 La arquitectura de la colonia
La cultura hispana fijó las directrices del desarrollo del nuevo mundo, pero la cultura indígena fue la base y la fuerza que determinó los modelos utilizados en el periodo de la colonia.
En el área urbana, se implementó el criterio de ortogonalidad reflejado en la traza reticular como modelo de los centros urbanos. Los cambios se dieron en la sustitución de los antiguos adoratorios por la iglesia, la alcaldía y la casa del gobernante y caciques, sin embargo, en lo referente a las casas del pueblo, permanecieron sin cambio alguno. En este sentido, lo que resaltaba era la sustitución de los símbolos del orden anterior.
En el agrupamiento viviendas en núcleos urbanos, se observa que las casas se encontraban alineadas al paño de la acera y todas contaban con un patio interior. La arquitectura doméstica tiene características indígenas: poseen techo de paja o zacate y son pequeñas en proporción con la arquitectura religiosa, que en la época de la colonia destacó por su importancia .
El mestizaje trajo consigo una transformación radical del contexto sociocultural en toda la Nueva España lo que permitió el nacimiento de otra forma de expresión cultural, las artes plásticas, como la poesía y la arquitectura promovieron modelos peninsulares de expresión culta con una libre composición que no estaba definida por los códigos establecidos.
Sin embargo, la arquitectura vernácula de la época continuó respetando los patrones establecidos pero integrándose en cada uno de los contextos en los que estaba inmersa, lo que permitió una transformación en sus formas a lo largo de los siglos como parte de una cultura y como una manifestación de las tendencias y cambios que la consolidaron.
1.3 El contexto
La rápida transformación de los conjuntos de arquitectura vernácula en el ámbito nacional e internacional ha llamado la atención del dominio público, más allá del campo educativo y académico de diferentes ramas del conocimiento.
Es de esperar la aportación de elementos de discusión y solución en torno a lo vernáculo o tradicional, su relación con procesos de modernidad o modernización y la idoneidad de propuestas de conservación, problemática que demanda distintos enfoques disciplinarios que aborden el tema de la vivienda y los conjuntos tradicionales que la conforman y especialmente de los procesos sociales y culturales.
Los diversos contextos en los que se desarrolla la arquitectura vernácula nos lleva a replantear su definición cuya acepción se refiere a aquélla que nace y se desarrolla en contextos rurales que conforman las regiones de cada país y utilizan materiales locales que llegan a significar un bajo costo por el empleo de la autoconstrucción. Este tipo de vivienda refleja en su composición la forma de vida de sus moradores, la cultura popular a que pertenece y con una plena integración a la naturaleza.
Sin embargo lo anterior y dentro del contexto histórico de su proceso, la arquitectura vernácula no sólo se encuentra en las comunidades rurales, sino también en ciudades con antecedentes prehispánicos que desarrollaron una cultura mestiza en la época de la colonia.
Es por su origen que a este tipo de arquitectura se le ha llamado rural, pero sus características formales, su uso y materiales manifiestan que la arquitectura vernácula es aquélla que manifiesta identidad cultural en una región específica.

2. Casa-patio en la ciudad de Coatepec, Ver.
Coatepec como caso de arquitectura vernácula mestiza refleja en mucho la preocupación que los arquitectos y constructores de antaño tuvieron en mente para construir una ciudad adaptada a los factores climáticos y fisiográficos del paisaje natural y casas que no solamente les diera comodidad a sus moradores en su interior, sino que protegieran al caminante como es el ejemplo de las amplios aleros que permiten al caminante transitar cómodamente sin mojarse o sentir los rayos del sol sobre su cuerpo.
La ciudad de Coatepec está asentada en un fértil valle en la vertiente oriental del Cofre de Perote –elevación montañosa de 4, 200 m.s.n.m- y dista aproximadamente 13.75km de la ciudad de Xalapa ; se le identifica en la porción centro-golfo de México, a los 19°27´ de latitud norte y 96°58” de longitud este; su altura con relación al mar es de 1, 252 m.
El nombre de la ciudad deriva de las voces náhuatl: “cóatl” o serpiente y “tépetl” cerro, lo que da lugar a Cerro de la Culebra. En esta ciudad, como en el resto de la República Mexicana, la mayoría de las casas que datan del siglo XVIII, el tipo común novo hispana fue la “casa de patio” donde se dan variaciones de acuerdo a la diversidad regional, por las características socioeconómicas, por ubicación y por la conformación familiar, dándose casas de una o más plantas, de uno o más patios, diferencias en el dimensionamiento de los espacios así como en el cambio de la distribución de los mismos.
Esta composición da lugar a la presencia del patio claustral, en donde le partido de la casa o palacio se extiende cuadrangularmente sobre todo el predio procurando continuar con sus fachadas el alineamiento general de las calles.
Estos espacios libres generan un microclima a la casa, adaptándose a los diversos contextos de México por medio de la creación de aleros y sus diversos dimensionamientos, orientación de acuerdo a las actividades de cada local, sistema de canales para aguas pluviales y todos aquellos elementos necesarios para apoyar a las actividades de los usuarios.
2.1 Arquitectura regionalista
Conocida también como una corriente arquitectónica cercana al eclecticismo que glosa y sintetiza algunos aspectos de las distintas arquitecturas regionales de España o de otros países
La arquitectura regional, especialmente la Coatepecana, ofrece este tipo de estructura en donde el patio juega un papel protagónico, actuando como sistema de ventilación y asoleamiento para lograr el confort ambiental, y creando un espacio integrador de los elementos construidos así las habitaciones se establecen alrededor del patio o patios, el primero de forma regular, al que se abre al acceso principal generalmente con zaguán y corredor o galería como espacio de liga, el segundo patio puede ser irregular y está destinado a los servicios.
La estructura de los patios coatepecanos es significativa por ser parte de la economía familiar. La casa generalmente cuenta con 2 patios, en donde el principal (central), sirve para climatizar y ambientar con plantas ornamentales, predominando las orquídeas, azucenas, camelias, tulipanes y gran variedad de follaje verde así como helechos y palmas. Para este fin algunos cuentan con elementos ornamentales formando arriates o guarniciones en jardineras marcando diseños geométricos radio-concéntricos remarcando la fuente o en algunos casos pozo de abastecimiento de agua.
Las dimensiones varían de acuerdo al número de espacios que lo rodean, generalmente son rectángulos en proporciones 1:2, 1:3 y 1:4. los andadores del patio son de piedra, ya sea de textura lisa con losas de piedra rectangulares o rugosa de piedra bola o de río.
Los traspatios son espacios abiertos destinados en todo momento al servicio, donde históricamente se realizaban actividades del campo, criadero de animales, secado de café (principal actividad de la región), almacenamiento de herramientas y productos de cosechas.
En Coatepec, la herencia cultural arquitectónica es rica en cuanto a sus valores que ostentan expresiones que van desde el neo-estilo de principios del siglo XVIII a principios del XIX; también denominado barroco tardío por sus adiciones del neoclásico. Los monumentos históricos ornamentados de las escuelas del neoclásico, neogótico y algunos edificios atípicos que no impactan la tendencia de mediados del siglos XVIII a mediados del siguiente siglo.
Los monumentos artísticos, derivados del academicismo romántico y de la escuela nacionalista, de la época floreciente del Porfiriato, con sus fuertes concepciones afrancesadas.
Al hablar de un patrimonio cultural es importante incluir las obras que emanan de lo tradicional de las regiones, tanto en los sistemas constructivos, como por su valor de arquitectura de acompañamiento; la obra civil y la arquitectura industrial, que en su conjunto dan origen a la imagen histórica, derivada de la fusión primigenia de variadas escuelas artísticas con expresiones arquitectónicas.
Es necesario acotar que a pesar de la delimitación del ámbito de estudio para este programa, y en el espíritu de no entorpecer la salvaguarda del patrimonio histórico, en el siguiente listado, se enuncian las edificaciones consideradas como monumentos dentro del Centro Histórico de Coatepec.
Casonas por lo regular de uno a dos niveles, desplantadas en grandes predios, que contienen construcciones de lindero a lindero con patio central y traspatio. En el acceso principal exhiben un portón de madera con trabajo de ebanistería, de dimensión propicia para el acceso de carretas; el vestíbulo o corredor tipo terraza, alberga una estancia informal que dirige al patio central ajardinado en torno al cual se desarrolla la zona habitacional de la vivienda en sistema de crujías, conformando claustros dispuestos en: “O”, “U”, “C”, “L” o “I” según el predio.
El tamaño de los espacios se caracteriza por su amplitud, tanto física como perceptiva, situación que propicia por la altura de sus plafones o “cielo razo”. La construcción es sólida con predominio de arcadas, teja, mangueterías de madera y pisos policromos, todas estas características directas de la vivienda tradicional española de la clase dominante.
La fachada está formada por el portón y los vanos de ventanas generalmente verticales con protección de herrería pocos ornamentados.
La edificación se sustenta en un sistema constructivo de muros de mampostería de 0.60a 1.00 ms. de espesor con acabado final enlucido constituido con mortero de cal y arena y aplicación de color –cal y canto-; su cimentación es de muro enterrado. La cubierta está asentada en los cabezales de los muros con inclinación a dos aguas de 25 grados y constituida de vigas de madera y alfajías perpendiculares a éstas, con media tabla o ladrillo en acomodo de “petatillo” constituyendo una cama conocida como bóveda plana sobre la cual se desplanta teja de barro. La proporción entre vanos y macizos es de 1:11/2. Los vanos tienen una proporción menor de 1:2; la viguería de madera de pino presenta por lo regular una sección de 10 x 4 pulgadas con un entreje de 75 cm para cubrir claros de 3 a 6 metros con tablas de madera de pino o piezas de barro recocido.
Esta categoría de viviendas se vincula al grupo dominante y regularmente exhiben en sus fachadas aplicaciones estilísticas del Neoclásico, Neogótico o Academicismo con la intención de seguir las modas que se han sucedido en la región, pues el partido arquitectónico corresponde en lo general a la estructura dispuesta desde el dieciocho. La vivienda típica producida por los grupos medio y popular, posee variantes tanto en su partida como en su composición y ocasional ornamentación llevando a clasificarle en tres tipos distintos de acuerdo a sus características, a saber: regional, popular y ornamental.
El patrón se repite a nivel elemental –de las casas habitación con su jardín interior con ubicación central, y la construcción a manera de crujías- y al interior de las manzanas del damero. Hacia el interior de las manzanas convergen patios, traspatios y jardines, y alineados a la banqueta, los paramentos de los inmuebles se alinean en geometría arquitectónica, constituyendo el perímetro construido.
El esquema de la casa de la clase dominante, es imitado y adaptado a las posibilidades del pueblo en general, pero siempre conservando la esencia de la misma, y es así, que la casa española sirve como prototipo para la casa típica coatepecana en donde las variantes solo se dan en el detalle, en mayor o menor esplendor en el tratamiento de las ornamentaciones, en la reducción del programa arquitectónico, o en la belleza de sus acabados, pero sin embargo, los conceptos esenciales se repiten una y otra vez.
Básicamente el recorrido se inicia mediante el portón o puerta de la calle, conduce a un zaguán que remata en una segunda puerta interior decorada con vidrios de colores a la manera de vitral, o un portón traslucido de madera calada o herrería, que más que ofrecer seguridad es un cerramiento visual para delimitar el ámbito privado de la casa, respecto al público de la calle. El interior se dispone siguiendo un corredor que remata en el solar, pasando por dos patios, el uno ornamental y el otro (si lo hay) de servicio. Las alcobas se ordenan también linealmente y están unidas por otro corredor más privado, paralelo al primero. El comedor y la sala, ocupan un lugar privilegiado, el primero en el centro de la casa sobre el patio ornamental, la segunda a un costado de la entrada y posee ventana a la calle.
La casa es también una construcción cuidadosamente dispuesta para que el sol: el acogedor y festivo de la mañana, el del tedio de medio día o el nostálgico de los atardeceres, pueda entrar a la casa a voluntad de sus habitantes, penetrar plenamente en el comedor, en los corredores y en el espacio de recibo para las visitas informales; o tímidamente colarse a las alcobas a través de las puertas entreabiertas y de ahí al corredor interior. Así estas casas coatepecanas son estructuradas a partir del patio, herederas de la volumetría española de influencia árabe, en donde el origen llega más lejos por tratarse de elementos llevados de generación en generación con una antigüedad aproximada de 5000 años.

2.2 Orígenes de la casa-patio
El origen de la casa con patio se remonta a los comienzos de la historia de la humanidad., los más antiguos que se conocen están en China e India (3000 a.C.) en Cnosos Creta (2000 a.C.) Las casas romanas solían estar estructuradas en torno a un patio porticado o peristilo con jardín o estanque en el centro, al que se abrían las estancias más representativas.
Perteneciente a la casa decorada con pinturas o a una segunda vivienda, pues, dado lo parcial de lo descubierto en las excavaciones no puede determinarse, se conservan en la "cripta" unas columnas pertenecientes a uno de estos peristilos. Los fustes, lisos, de mármol blanco, están coronados por capiteles toscanos. En la parte central se sitúa el estanque que, con pavimento de mortero, repite el mismo esquema que otros ejemplos de la propia "cripta".
El Patio aparece en las ruinas de la antigüedad griega y romana pero el antecedente inmediato en México, de generalizado empleo en nuestras obras coloniales se encuentra en la arquitectura hispano-arábiga. Este jardín interior de la casa árabe, se caracteriza por ser rico en agua y vegetación, crea, una depresión térmica que facilita el cambio de aire en los diferentes ambientes de la casa y climatiza todo el interior. El patio de la casa española es un derivado de la arquitectura doméstica árabe.
El arte hispanomusulmán, tras la etapa cordobesa, de filiación omeya, durante la que se han utilizado básicamente la piedra sillar y el mármol, irá a partir de la época de taifas configurando una. La arquitectura mudéjar va a entrar en clara competencia con el sistema de materiales pobres de la arquitectura occidental cristiana.
En definitiva, la capacidad del arte mudéjar para asimilar elementos formales y estructurales del arte occidental europeo, no es otra cosa que la pervivencia de un modo de comportamiento del arte musulmán, el de la asimilación y transformación de las culturas con las que entra en contacto, modo de comportamiento corroborado desde la formación del primer arte musulmán, y del primer arte hispanomusulmán.
Los romanos edificaron sus viviendas siguiendo tres tipologías: domus, insula y villa. En Pompeya se han conservado muchas domus, vivienda urbana o suburbana unifamiliar que ha llegado hasta nosotros como la más representativa de la cultura clásica.
Estas viviendas suelen estar situadas junto a la calle que les sirve de acceso. Después de atravesar el vestíbulo se llega a un espacio semicubierto llamado atrio, mezcla de sala de estar y patio, en cuyo centro se encuentra el impluvium o pequeño estanque para recoger el agua de las lluvias. Desde el atrio se accede a todas las estancias de la casa y, por la parte del fondo, a un jardín conocido como hortus o peristilo si está rodeado de galerías de urbanas habitadas por las clases más humildes.
La altura de estos edificios oscilaba entre tres y cinco pisos y solían responder a complejos programas funcionales. Las villas se pueden entender como casas solariegas de las familias más columnas. Las insulae eran los equivalentes a los bloques de apartamentos, viviendas plurifamiliares poderosas, y en ocasiones se convirtieron en auténticos complejos residenciales que ocupaban varias hectáreas entre jardines, pabellones y residencias. Véase Arte y arquitectura de Roma.
El clima tuvo mayor difusión de la casa de patio en las regiones templadas. Las casas romanas solían estar estructuradas en torno a un patio porticado o peristilo con jardín o estanque en el centro, al que se abrían las estancias más representativas. Perteneciente a la casa decorada con pinturas o a una segunda vivienda, pues, dado lo parcial de lo descubierto en las excavaciones no puede determinarse, se conservan en la "cripta" unas columnas pertenecientes a uno de estos peristilos.
Los fustes, lisos, de mármol blanco, están coronados por capiteles toscanos. En la parte central se sitúa el estanque que, con pavimento de mortero, repite el mismo esquema que otros ejemplos de la propia "cripta".
El edificio urbano compacto, con poderoso frente en la alineación de la calle , plantas diferenciadas , simétrico respecto a un eje transversal a la calle, organizado en torno a un patio central en el que se resumen las circulaciones. Convierten al tipo de esos palacios familiares durante el Renacimiento, herederos de la casa-patio de la antigüedad, en el principio generador de los grandes edificios públicos de la ciudad europea.
“El claustro también representa una parte esencial de la evolución del patio, pues todos los monasterios poseen patios de gran interés. Los monasterios eran reflejo de la casa romana.”
En México uno de los principales objetivos en la época virreinal era insertar el Catolicismo, en el cual la principales construcciones fueron los monasterios e iglesias realizadas por las órdenes eclesiásticas, arquitectura que se ve reflejada más tarde en la de tipo civil tanto habitacional como en las de Servicio Social como colegios, mercados, ayuntamientos...etc.
“No sabemos cómo fueron los primitivos conventos levantados en Nueva España. Por los relatos de los frailes y las quejas de los virreyes, se sabe que fueron construidos sin ninguna regla, y que los frailes se excedieron muchas veces construyendo obras desmesuradas aprovechándose de la gran cantidad de indios y de la abundancia de material que existía.
... No fue sino a mediados del siglo XVI, cuando la arquitectura monástica ya uniformada, de acuerdo con las autoridades del virreinato y con las eclesiásticas, produce la gran serie de conventos.”
El patio colonial, de forma generalmente cuadrada o rectangular modulado por intercolumnios aporta al espíritu independencia, tranquilidad y disfrute de la parte de la atmósfera no afectada por las actividades humanas.
Las características que hacen del patio interior un extraordinario espacio acorde con nuestra tendencia a la introversión y que permiten individualizar los edificios dentro del conglomerado urbano, han desaparecido bajo la influencia de la cultura
anglosajona al sustituir el patio por el hall cubierto como núcleo central de los espacios habitables.
Hoy, igual que antaño, el patio es el centro donde gravita la vida de la casa y donde confluyen todos los sentidos. La vista con la que se aprecia el colorido. El oído con el que se escucha el suave murmullo del agua y las melodías populares que ambientan el patio. El olor que emana de las flores. El patio, es un espacio para el encuentro.
El patio, como centro, convoca todos los ambientes de la casa al tiempo que evoca la presencia urbana de la plaza". Las habitaciones están dispuestas como compartimientos cerrados y privados, que se asoman a los espacios públicos "pudorosa y controladamente" .
Por otra parte, los jardines están dispuestos tanto en la planta alta, como en la baja, y proponen un espacio circular y equivalente, en el que lo interno y lo externo se entremezclan en un continuo propio de la domesticidad tropical.
Debido a esta disposición de sus elementos, la percepción de los elementos ajardinados no es posible desde el exterior de los inmuebles, por lo que la imagen urbana se torna necesariamente homogénea en cuanto a su arquitectura monumental, reflejando una identidad dominante sobre el entorno en su conjunto, no así integradora del mismo, ya que sus edificaciones se cierran al paisaje exterior, recreando el suyo propio en su interior.
El patio nació como complemento inseparable de la casa, lugar de secretos, que está negado por la ciudad contemporánea ya que actualmente no se cuenta con el espacio suficiente para albergarlo. Estos cambios se dan con mayor aceleración día a día.
“La naturaleza humana del jardín representa, en primer lugar, un homenaje monumental a la base primaria de la economía, la agricultura.
Sus leyes organizativas imponían un tiempo que era un tiempo cíclico de modificaciones y retornos, y que ensayaba un dialogo diáfano con la misma casa construida. Era fácilmente legible la alternancia de lo sólido y de lo efímero que ésta relación encarnaba, además de ser interesante por su continua reciprocidad y reversibilidad: en el verano, la prosperidad de las plantas que agreden con sus hojas y sus troncos una casa que se ha vuelto improvisadamente pequeña e indefensa; en el invierno, la gracilidad de ramos y pedúnculos despojados que son abrumados por la potente tridimensionalidad de la casa, creando no obstante una textura que continúa las líneas que ésta hacia lo no construido.”
El patio es uno de los espacios más antiguos, un espacio descubierto de un edificio, configurado por espacios construidos internos o simplemente muros. En esencia el patio es la apropiación en una obra arquitectónica de una parte del espacio externo como fuente de aire, luz y sol convirtiéndolo en espacio interno enmarcado en líneas arquitectónicas del edificio pues está aislado del espacio circundante ajeno, proporciona a sus habitantes la ilusión de una zona de dominio figurado.
La pretensión hacer pública la preocupación existente por la lamentable situación de este patrimonio y trasladar la necesidad de adoptar medidas tendentes a su conservación, restauración y promoción a todas aquellas instituciones y organismos públicos o privados (Gobierno, colegios de arquitectos, restauradores, propietarios, Ayuntamientos, Técnicos Culturales, etc.) que puedan tener relación con esta cuestión.

Desarrollo de nuestro hábitat.
Desde una perspectiva de participación ciudadana, conciencia civil y recuperación de valores humanos.

Betsabé Rafael Hernández.
Maestría en Arquitectura.
Facultad de Arquitectura Xalapa.
Universidad Veracruzana.
Introducción
Desde los inicios de su historia, el hombre ha sentido la necesidad de vivir en sociedad, buscando el apoyo y la colaboración de sus semejantes para su supervivencia en este mundo. “Eran pequeños grupos nómadas de cazadores y recolectores, que se desplazaban para poder proveerse de animales y vegetales con los que alimentarse, vestirse y cobijarse”. Con el tiempo, surgió la agricultura y la ganadería, y esos pequeños grupos fueron creciendo, se asentaron y se convirtieron en aldeas y luego en ciudades. En muchas de las primeras ciudades se nota la intención de una planeación a través de la traza urbana y un cuidado en el diseño de los espacios de convivencia pública y las áreas verdes. Posteriormente, con la llegada de la producción en serie, consecuencia de la Revolución Industrial, los campos empezaron a ser abandonados y hubo una gran migración a las ciudades en busca de empleo y de mejores oportunidades de vida. Esta masiva invasión a los centros urbanos hizo necesaria la ocupación de gran cantidad de territorio para la construcción de nuevas viviendas, haciéndose notorio al mismo tiempo la falta de planeación y diseño del crecimiento urbano.
Ante las nuevas problemáticas de crecimiento poblacional, falta de vivienda, grandes cinturones de pobreza y marginalidad, la ocupación de suelos con altos niveles de riesgo, contaminación y daño ambiental a los ecosistemas, los gobiernos se dieron a la tarea de diseñar nuevas políticas públicas para darles solución. Sin embargo, tras años de buscar los mejores planteamientos de respuesta y la aplicación de nuevas políticas poco se ha logrado y los conflictos sociales y urbanos persisten. Se requiere agregar el interés por participar de la sociedad civil en la búsqueda y aplicación de propuestas que den solución. El lograr la concientización de los ciudadanos traerá como consecuencia la participación de los mismos en los planes del desarrollo social, económico, político, urbano y ambiental de nuestras ciudades. Para lograr esa concientización es fundamental rescatar y fortalecer los valores humanos en nuestras sociedades.
Se pretende abordar el tema del desarrollo del hábitat desde una perspectiva de participación ciudadana, conciencia cívica y recuperación de valores humanos, cuya pérdida se da como consecuencia del afán por el poder, la competencia y la ambición de poseer los mejores productos para lograr una mejor “calidad de vida”, mismo que se vio intensificado por el desarrollo industrial, la adopción del modelo capitalista y el pensamiento neoliberal. Se ubica el tema en un contexto histórico a nivel internacional y nacional. No se manifiesta una posición contraria ante el beneficio del desarrollo del conocimiento y la tecnología, ya que ella nos ha llevado a mejorar nuestras condiciones de vida en las comunicaciones, la educación, la salud, entre otros tópicos.

Desarrollo del Tema
Desde los inicios de su historia, el hombre ha sentido la necesidad de vivir en sociedad, buscando el apoyo y la colaboración de sus semejantes para su supervivencia en este mundo. De esta manera surgieron pequeños grupos nómadas de cazadores y recolectores. Con el tiempo, surgió la agricultura y la ganadería, y esos pequeños grupos fueron creciendo, se asentaron y se convirtieron en aldeas y luego en ciudades. Las primeras ciudades necesitaron tres condiciones para su creación: Territorio para la vivienda, la agricultura y la ganadería, una organización político-social y un sistema económico. Se podría imaginar que las primeras ciudades por ser pequeñas y de fácil organización espacial, social, político, y económico no contaba con los problemas que actualmente enfrentamos en nuestras urbes. Sin embargo, la historia de la humanidad se ha caracterizado por la constante lucha de poderes, el más fuerte ejerciendo dominio sobre el más débil. Se registran en la historia continuas guerras entre imperios, reinos que conquistan reinos para someterlos y recibir de los pueblos vencidos tributos, mano de obra gratis (esclavos) para la construcción de los símbolos de su poderío, sus mujeres para esclavas, sus mejores hombres para ser obligados a entrar en la guerra y morir por una causa ajena.
Los pueblos dominados son saqueados de sus productos agrícolas, forestales y minerales. La historia se repite vez tras vez en todas las edades de la historia universal, la humanidad ha recorrido un largo camino a través de las invasiones y las guerras. Sabemos de las guerras bárbaras, las cruzadas, las guerras de los grandes imperios como el persa, el babilónico, el griego o el romano, las dos grandes guerras mundiales, las guerras en oriente medio, entre muchas otras que se podrían mencionar. Los medios para dominar y mostrar la superioridad han ido desde espadas, lanzas, carros con caballos de guerra, elefantes, barcos, cañones, bombas atómicas, aviones, buques y tanques de guerra, terrorismo, químicos, hasta los inventos más sofisticados e inimaginables de nuestros días.
Actualmente las nuevas formas de búsqueda por ese dominio a nivel mundial son el Capitalismo iniciado en el S.XV, “un sistema político, social y económico en el que grandes empresas y personas de las clases sociales más altas controlan la propiedad, incluyendo los activos capitales (terrenos, fábricas, dinero, acciones de la bolsa, bonos) ” y el neoliberalismo de 1980 “forma moderna de liberalismo, que concede al Estado una intervención limitada en asuntos jurídicos y económicos” . En esta edad contemporánea, los países luchan entre sí por conseguir los mejores mercados y colocar en ellos sus productos, buscan obtener materias primas para producirlos tras los llamados tratados de libre comercio y establecen convenios con los países subdesarrollados para colocar sus empresas consiguiendo mano de obra barata tras el argumento de proporcionar a cambio, mejores oportunidades de trabajo para los pobladores.

El cambio de la edad moderna (S.XV-S.XVIII) a la edad contemporánea (S.XVIII) lo da el auge del desarrollo del conocimiento y la tecnología, especialmente en Europa, este desarrollo da origen a la Revolución Industrial. Paralelo al desarrollo de la tecnología surge un aumento potencialmente considerable en el desarrollo de armas destructivas. En este escenario se da la primera guerra mundial (1914), centrada principalmente en Europa, y la segunda guerra mundial (1939-1945).
Tras la devastación producida por la segunda guerra de los países europeos y Japón, surge Estados Unidos como nueva potencia capitalista, Ruy Mauro Marini en su escrito: La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo, describe “La segunda guerra mundial correspondió a la culminación de un largo periodo de crisis de la economía capitalista internacional provocada por el dislocamiento de fuerzas entre las potencias imperialistas y el surgimiento de nuevas tendencias en lo que se refiere a la acumulación de capital, crisis que se manifestó primero a través de la intensificación de la lucha por mercados, que condujo a la primera guerra, y se continuó en la gran depresión de los años treinta. Su resultado más inmediato fue la afirmación de la hegemonía incontrastable de Estados Unidos en el mundo capitalista. Además de permitirle centralizar una enorme tajada del capital dinero internacional (en 1945, el 59% de las reservas mundiales en oro, cifra que alcanzaría el 72% en 1948), el conflicto bélico había impulsado en Norteamérica un febril desarrollo económico y tecnológico, al tiempo que le dotaba —gracias al armamento atómico— de una superioridad militar absoluta. La devastación sufrida por las economías capitalistas de Europa y Japón no hacía sino acentuar la posición ventajosa en que se encontraba Estados Unidos.”

Acumulación de capital, lucha de mercados, centralización del dinero internacional, febril desarrollo económico y tecnológico, dotación de armamento y superioridad militar, no son solo calificativos para Estados Unidos, sino que se convierten en el ejemplo a seguir por el resto de los países del mundo. Es importante recordar que capitalismo se vio reforzado por el neoliberalismo con el propósito de disminuir el dominio totalitario de los gobiernos y otorgarlo a los dueños de los grandes capitales o grandes empresarios. En una entrevista con David Harvey realizada por la revista Archipiélago, se describe que el capitalismo ya no es solo tema de empresarios y gobiernos liberales sino que ha pasado a ser parte de las reflexiones de los urbanistas.
David Harvey comenta: “El proyecto neoliberal que se consolidó a principios de la década de los 80 pretendía fundamentalmente restablecer el poder de las clases dominantes. Entre otras cosas, este nuevo modelo dio rienda suelta a las presiones competitivas y se volcó en la utilización del capital financiero como medio para asegurar la consecución de las tasas de beneficio más elevadas posibles, sin reparamientos en su procedencia. Pero, naturalmente, ninguna de estas medidas podría haber funcionado sin la construcción de un aparato estatal dócil… Esta transformación supuso el abandono del aparato de estado socialdemócrata, supuestamente interesado en el bienestar de todos sus ciudadanos –siempre, eso sí, que no amenazara las bases del capitalismo-, y su sustitución por un aparato estatal neoliberal cuya misión consiste en crear un buen clima para los negocios a cualquier precio.”
La imposición de este modelo neoliberal se extendió alrededor del mundo, llegándose a convertir “en una especie de norma universal”, en México fue recibido en 1982 con Miguel de la Madrid, y al igual que el resto de los países, una vez adoptado el modelo neoliberal en el gobierno federal lógicamente tuvo que filtrarse a los gobiernos locales. Harvey comenta: “Los gobiernos locales se han visto obligados en diverso grado a asumir iniciativas más propias de empresas privadas –en particular, por lo que toca a la creación de un entorno favorable para el capital privado a costa, si es necesario, de la población urbana-, un proceso que fomenta la competencia entre las regiones metropolitanas. El problema, como veremos, consiste en hallar las formas de responder a este desafío sin descuidar por ello el bienestar de todos los ciudadanos”.
Retomando las ideas planteadas por Harvey, es fácil para nosotros entender en el caso de México, el porqué siendo la responsabilidad de los gobiernos federales, estatales y/o municipales la realización y ejecución de los planes de ordenamiento territorial y desarrollo urbano, así como de establecer los instrumentos y apoyos necesarios a fin de que toda familia obtenga el derecho de una vivienda digna y decorosa (artículo 4° de la Constitución Política Mexicana), y la supervisión y seguimiento del correcto cumplimiento de estos planes, junto con sus leyes, reglamentos e instrumentos, ésta ha sido entregada al mercado, es decir, el diseño y la ejecución de la política urbana y de vivienda se ha entregado al sector privado. El modelo neoliberal ha llevado a los gobiernos a otorgar todas las facilidades para la implementación de sus negocios bajo la visión de que el capital privado es el que traerá el desarrollo a la sociedad.
También se ha visto al capital privado de las constructoras como la opción para aminorar el déficit de vivienda. “Por lo tanto, el sector privado ha obtenido un ‘cheque en blanco’ de las decisiones que han terminado orientándose en torno a sus intereses particulares, donde el mayor beneficiado ha terminado siendo el denominado sector de la construcción, que ha repuntado en sus grandes utilidades monetarias…” según palabras de Carlos Alberto Torres en su escrito Vivienda y hábitat en Colombia. En este contexto, la vivienda se ha convertido en un objeto de mercado y no un satisfactor de primera necesidad que incluya en su diseño todas aquellas características que le den al usuario una buena calidad de vida.
Continuando con el texto de entrevista con la revista Archipiélago, D. Harvey comenta que “hay que tener en cuenta que la lucha ideológica por reapropiarse del derecho a la ciudad que las élites han usurpado y por afianzar los movimientos populares podría ser un primer paso en la definición de una base política desde la que se puede orquestar un contraataque más amplio contra el proyecto neoliberal en general”. Si bien es cierto que por un lado se encuentra un gobierno facilitador de negocios para beneficio de las clases sociales más altas, por otro lado encontramos que diversos grupos ciudadanos se están levantando para reclamar justicia al mismo gobierno.

Recuerdo mucho una frase de mi maestro de historia de preparatoria, Gilberto Bermúdez Gorrochotegui: “Conocer nuestro pasado para entender nuestro presente y a proyectar nuestro futuro”. Esta frase junto con los relatos amenos de nuestro profesor, motivaron al grupo a querer conocer la Historia de México. Saber la historia de nuestro país no solo nos lleva a adquirir un sentimiento de identidad y pertenencia con nuestra Nación, sino que también debe llevarnos a amar la misma tierra, la gran riqueza natural y cultural con la que contamos, y a sus habitantes, gente mexicana como nosotros mismos. Podemos remitirnos a la Era Prehispánica y encontrar la gran capacidad de los Mayas, Olmecas, Mixteco-Zapotecas, Toltecas y Aztecas para desarrollar sistemas matemáticos complejos, dominar la astrología, crear majestuosos centros urbanos y los admirables detalles en su arquitectura, su habilidad en la cerámica, la orfebrería, la gastronomía, las artes y la guerra. A pesar de la llegada de los españoles en 1519, muchos de los pueblos indígenas lograron conservar sus raíces, su hábitat, su lengua, sus tradiciones, su riqueza en el conocimiento de sí mismos y de su entorno.
A través de los años, los mexicanos como país hemos afrontado diversas adversidades, después del dominio y saqueo de los españoles y la influencia en el gobierno de la iglesia católica viene la Independencia de España en 1810, la invasión de EEUU en 1848, la invasión de Francia en 1861, la revolución mexicana en 1910, al mismo tiempo, se levantan hombres y mujeres con la determinación de hacer frente a los invasores y con los ideales de hacer de México una nación libre y más justa, resultados de sus luchas son las Leyes de Reformas promulgadas por Benito Juárez en 1859, el importante progreso dirigido por Porfirio Díaz durante su gobierno como presidente en la minería, la agricultura y la inversión extranjera, la firma de la primera Constitución el 1917 tras una búsqueda de cambio económico y político por Emiliano Zapata y Francisco I. Madero, la Reforma económica y agraria, la nacionalización de los ferrocarriles y la expropiación Petrolera con Lázaro Cárdenas en el periodo de 1934 a 1940.
En el siglo XX México se constituye como Nación, es un país joven que empieza a conocer los caminos de la política y a entrar en una la lucha por el poder de gobernar a la nación. Las diferencias en sus clases sociales ahora entre campesinos y los nuevos burgueses industriales. Se habla de asesinatos, golpes de estado, destierros, crisis económicas, manifestaciones sociales, el movimiento estudiantil de 1968, privatizaciones de empresas mexicanas y del tratado de libre comercio. Casi a finales de este siglo se introduce en el país un nuevo pensamiento, el neoliberal, pensamiento adoptado por Miguel de la Madrid quien toma la presidencia en 1982 y por sus sucesores Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, y con ello entran también los nuevos enemigos a enfrentar de los mexicanos, la devaluación del peso mexicano, una creciente falta de empleo y consecuentemente una masiva migración hacia Estados Unidos. Se pensó en el modelo neoliberal como una solución a los problemas sociales, sin embargo, las riquezas del país comenzaron a centrarse aún más en las clases sociales más altas.

Los gobiernos tenían a su disposición el otorgamiento del uso del suelo mexicano y comenzaron a dar facilidades al capital privado. Era indispensable atraer y conservar el capital nacional y extranjero a como diera lugar, y para mantenerlo en el país se les apoyó con infraestructura y subsidios. La industria de la construcción se vio beneficiada por estos apoyos, al grado de quedar en sus manos la planeación de las ciudades. Son estas constructoras las que por un lado construyen privilegiados y hermosos conjuntos residenciales y por otro lado construyen pequeñas viviendas amontonadas. Al quedar las ciudades sin una planeación urbanística se pierden los espacios públicos de convivencia, las áreas verdes, se dispersan las áreas de equipamiento urbano y llegan los problemas de vialidades y transporte, entre otros. En medio de todo este panorama histórico y de problemáticas, es importante no perder de vista que los mexicanos tenemos la posibilidad de recuperar y mejorar nuestras ciudades y buscar el camino hacia un buen desarrollo de la sociedad mexicana. Recordemos que los mexicanos heredamos un espíritu de lucha, un anhelo de libertad, un espíritu de conquista, una ingeniosa creatividad y gran capacidad para las artes y las ciencias, y en medio de lo que parece ser una sociedad que se desquebraja aún se conservan valores humanos como la unidad familiar, la honestidad, la solidaridad, la sencillez de trato, la gratitud, la generosidad, la amistad, el respeto, prudencia, optimismo, entre otros, valores susceptibles de ser rescatados y afirmados para conseguir gobiernos, sociedades y ciudades justas y con el desarrollo que admiramos de otras naciones.
Los problemas de pobreza, falta de empleo, desigualdad social, desequilibrio ecológico, mala o nula planeación urbana y ecológica, más que obedecer a un problema de falta de leyes y reglamentos o de aplicación de las mismas proviene de una falta de conciencia civil tanto de los gobernantes como de los ciudadanos, de la apatía e indiferencia de aquella parte de la sociedad que teniendo la capacidad intelectual, el conocimiento del derecho y de las leyes que nos gobiernan, han mostrado una falta de interés por el bien común de los conciudadanos y por el desarrollo de este país en todos sus ámbitos: político, económico, social y ambiental. México enfrenta muchos problemas de violencia y desintegración familiar, infidelidades conyugales, adicciones, impunidad, influyentismo, nepotismo, corrupción, mordida, fraudes, sindicalismo, explotación laboral, pero debemos recordar que también en distintos periodos de su historia ha dado muestras de solidaridad y capacidad en el trabajo en conjunto.

El gobierno mexicano, a través de sus diferentes secretarías y diversas instituciones han tomado acciones a través de sus diversos programas de desarrollo social para apoyar a las clases más pobres y desprotegidas, sin embargo se debe tomar en consideración en todos sus programas de desarrollo social, económico, de educación, de salud, el fortalecimiento de dichos programas a través de la participación ciudadana. Para lograr esa participación de la sociedad es necesario realizar una labor de concientización de la sociedad civil en relación a su realidad social, política, económica y ambiental y la urgente necesidad de su participación. En palabras de Beatriz Rodríguez Villafuerte en su libro: Guía para la participación ciudadana “La participación ciudadana no vendrá por decreto o reglamentación, tampoco por simple convocatoria, se tiene que construir a partir de una convicción ciudadana, de un interés por involucrarse, por colaborar, por responsabilizarse”. “La sociedad civil cuenta ahora con nuevas opciones para manifestarse, para organizarse, para dialogar y ser escuchada, para intervenir cada vez con mayor fuerza y determinación en todos los ámbitos de decisiones en la gestión pública y el quehacer social. Éstas deberían estimular a los ciudadanos a una mayor participación.”
Entre los millones de mexicanos hay gran potencial, es primordial buscar entre las nuevas generaciones la materia prima para construir un mejor país, y darles las herramientas y las oportunidades a fin de que consigan mejor educación, desarrollen un pensamiento analítico y crítico, y con ello tengan la capacidad de redirigir el rumbo de sus ciudades, estados o a la misma nación.

Conclusión
Durante las últimas tres décadas los países del mundo se han visto envueltos en una creciente competencia de mercado consecuencia de la implementación del modelo neoliberal en sus gobiernos. México no escapa de ese modelo y actualmente se encuentra dentro de una política que ha cedido sus responsabilidades a las empresas privadas, bajo el pensamiento de que el capital privado será el que dé el desarrollo de la sociedad mexicana.
Es indispensable retomar temas como recuperación de espacios públicos, áreas verdes, planeación urbana, vivienda y conjuntos habitacionales a fin de conseguir una mejor calidad de vida como habitantes de nuestras ciudades.
El desarrollo territorial y urbano, la producción y venta de vivienda, han pasado bajo la responsabilidad del sector privado de la construcción, quienes en su afán de obtener mejores ganancias han dejado de ver a la vivienda como un satisfactor y lo han convertido en objeto de mercado. Al verlo como objeto de mercado se han dejado a un lado las características de diseño que hacen de la vivienda un espacio digno y decoroso. El hábitat humano es comprendido no solo por la vivienda, sino por todo el contexto urbano, ambiental, económico, político y social. Es indispensable mejorar las políticas públicas a fin de tener un buen desarrollo como sociedad, para lo cual se hace imprescindible la participación de toda la sociedad civil.
Se requiere una labor de concientización civil para lograr que la sociedad se involucre en la toma de decisiones públicas en armonía con los gobiernos. A la par, es importante la recuperación de valores humanos a fin de que las decisiones no se den en beneficio personal o de pequeños grupos, sino que logren trascender a futuras generaciones. Tenemos la oportunidad de formar parte de una institución educativa de gran prestigio a nivel nacional, y que se perfila rápidamente a niveles internacionales. El enfoque actual de la Universidad Veracruzana es dirigido a la labor en pro de la sociedad. Como universitarios tenemos la oportunidad de apoyar en la concientización de la sociedad civil a través de nuestro quehacer como arquitectos. Es importante empezar a desarrollar proyectos con un enfoque analítico y crítico que se encaminen a lograr importantes cambios en nuestra sociedad. Hay mucho por hacer, mejorar la educación, cuidar el medio ambiente, incrementar el bienestar social, apoyar a nuestros gobernantes con herramientas de investigación que les ayuden en la toma de decisiones, etc. De manera personal los tres ingredientes que se me hacen importantes en cada proyecto son: participación ciudadana, conciencia social y valores humanos.
Fuentes consultadas.
Campillo, Antonio. Variaciones de la vida humana: una teoría de la historia. http://books.google.com.mx/books?id=c0voluApLGgC&pg=PA157&lpg=PA157&dq=primeras+sociedades+humanas
(http://www.ciepac.org/neoliberal/esp/capitalismo.html).
(http://www.wordreference.com/definicion).
Hudson, M., Superimperialismo. La estrategia económica del imperialismo norteamericano. Ed. Dopesa, Barcelona, 1973, p. 88.

Betsabé Rafael Hernández.
Maestría en Arquitectura.
Facultad de Arquitectura Xalapa.
Universidad Veracruzana.
Introducción
Desde los inicios de su historia, el hombre ha sentido la necesidad de vivir en sociedad, buscando el apoyo y la colaboración de sus semejantes para su supervivencia en este mundo. “Eran pequeños grupos nómadas de cazadores y recolectores, que se desplazaban para poder proveerse de animales y vegetales con los que alimentarse, vestirse y cobijarse”. Con el tiempo, surgió la agricultura y la ganadería, y esos pequeños grupos fueron creciendo, se asentaron y se convirtieron en aldeas y luego en ciudades. En muchas de las primeras ciudades se nota la intención de una planeación a través de la traza urbana y un cuidado en el diseño de los espacios de convivencia pública y las áreas verdes. Posteriormente, con la llegada de la producción en serie, consecuencia de la Revolución Industrial, los campos empezaron a ser abandonados y hubo una gran migración a las ciudades en busca de empleo y de mejores oportunidades de vida. Esta masiva invasión a los centros urbanos hizo necesaria la ocupación de gran cantidad de territorio para la construcción de nuevas viviendas, haciéndose notorio al mismo tiempo la falta de planeación y diseño del crecimiento urbano.
Ante las nuevas problemáticas de crecimiento poblacional, falta de vivienda, grandes cinturones de pobreza y marginalidad, la ocupación de suelos con altos niveles de riesgo, contaminación y daño ambiental a los ecosistemas, los gobiernos se dieron a la tarea de diseñar nuevas políticas públicas para darles solución. Sin embargo, tras años de buscar los mejores planteamientos de respuesta y la aplicación de nuevas políticas poco se ha logrado y los conflictos sociales y urbanos persisten. Se requiere agregar el interés por participar de la sociedad civil en la búsqueda y aplicación de propuestas que den solución. El lograr la concientización de los ciudadanos traerá como consecuencia la participación de los mismos en los planes del desarrollo social, económico, político, urbano y ambiental de nuestras ciudades. Para lograr esa concientización es fundamental rescatar y fortalecer los valores humanos en nuestras sociedades.
Se pretende abordar el tema del desarrollo del hábitat desde una perspectiva de participación ciudadana, conciencia cívica y recuperación de valores humanos, cuya pérdida se da como consecuencia del afán por el poder, la competencia y la ambición de poseer los mejores productos para lograr una mejor “calidad de vida”, mismo que se vio intensificado por el desarrollo industrial, la adopción del modelo capitalista y el pensamiento neoliberal. Se ubica el tema en un contexto histórico a nivel internacional y nacional. No se manifiesta una posición contraria ante el beneficio del desarrollo del conocimiento y la tecnología, ya que ella nos ha llevado a mejorar nuestras condiciones de vida en las comunicaciones, la educación, la salud, entre otros tópicos.
Desarrollo del Tema
Desde los inicios de su historia, el hombre ha sentido la necesidad de vivir en sociedad, buscando el apoyo y la colaboración de sus semejantes para su supervivencia en este mundo. De esta manera surgieron pequeños grupos nómadas de cazadores y recolectores. Con el tiempo, surgió la agricultura y la ganadería, y esos pequeños grupos fueron creciendo, se asentaron y se convirtieron en aldeas y luego en ciudades. Las primeras ciudades necesitaron tres condiciones para su creación: Territorio para la vivienda, la agricultura y la ganadería, una organización político-social y un sistema económico. Se podría imaginar que las primeras ciudades por ser pequeñas y de fácil organización espacial, social, político, y económico no contaba con los problemas que actualmente enfrentamos en nuestras urbes. Sin embargo, la historia de la humanidad se ha caracterizado por la constante lucha de poderes, el más fuerte ejerciendo dominio sobre el más débil. Se registran en la historia continuas guerras entre imperios, reinos que conquistan reinos para someterlos y recibir de los pueblos vencidos tributos, mano de obra gratis (esclavos) para la construcción de los símbolos de su poderío, sus mujeres para esclavas, sus mejores hombres para ser obligados a entrar en la guerra y morir por una causa ajena.
Los pueblos dominados son saqueados de sus productos agrícolas, forestales y minerales. La historia se repite vez tras vez en todas las edades de la historia universal, la humanidad ha recorrido un largo camino a través de las invasiones y las guerras. Sabemos de las guerras bárbaras, las cruzadas, las guerras de los grandes imperios como el persa, el babilónico, el griego o el romano, las dos grandes guerras mundiales, las guerras en oriente medio, entre muchas otras que se podrían mencionar. Los medios para dominar y mostrar la superioridad han ido desde espadas, lanzas, carros con caballos de guerra, elefantes, barcos, cañones, bombas atómicas, aviones, buques y tanques de guerra, terrorismo, químicos, hasta los inventos más sofisticados e inimaginables de nuestros días.
Actualmente las nuevas formas de búsqueda por ese dominio a nivel mundial son el Capitalismo iniciado en el S.XV, “un sistema político, social y económico en el que grandes empresas y personas de las clases sociales más altas controlan la propiedad, incluyendo los activos capitales (terrenos, fábricas, dinero, acciones de la bolsa, bonos) ” y el neoliberalismo de 1980 “forma moderna de liberalismo, que concede al Estado una intervención limitada en asuntos jurídicos y económicos” . En esta edad contemporánea, los países luchan entre sí por conseguir los mejores mercados y colocar en ellos sus productos, buscan obtener materias primas para producirlos tras los llamados tratados de libre comercio y establecen convenios con los países subdesarrollados para colocar sus empresas consiguiendo mano de obra barata tras el argumento de proporcionar a cambio, mejores oportunidades de trabajo para los pobladores.
El cambio de la edad moderna (S.XV-S.XVIII) a la edad contemporánea (S.XVIII) lo da el auge del desarrollo del conocimiento y la tecnología, especialmente en Europa, este desarrollo da origen a la Revolución Industrial. Paralelo al desarrollo de la tecnología surge un aumento potencialmente considerable en el desarrollo de armas destructivas. En este escenario se da la primera guerra mundial (1914), centrada principalmente en Europa, y la segunda guerra mundial (1939-1945).
Tras la devastación producida por la segunda guerra de los países europeos y Japón, surge Estados Unidos como nueva potencia capitalista, Ruy Mauro Marini en su escrito: La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo, describe “La segunda guerra mundial correspondió a la culminación de un largo periodo de crisis de la economía capitalista internacional provocada por el dislocamiento de fuerzas entre las potencias imperialistas y el surgimiento de nuevas tendencias en lo que se refiere a la acumulación de capital, crisis que se manifestó primero a través de la intensificación de la lucha por mercados, que condujo a la primera guerra, y se continuó en la gran depresión de los años treinta. Su resultado más inmediato fue la afirmación de la hegemonía incontrastable de Estados Unidos en el mundo capitalista. Además de permitirle centralizar una enorme tajada del capital dinero internacional (en 1945, el 59% de las reservas mundiales en oro, cifra que alcanzaría el 72% en 1948), el conflicto bélico había impulsado en Norteamérica un febril desarrollo económico y tecnológico, al tiempo que le dotaba —gracias al armamento atómico— de una superioridad militar absoluta. La devastación sufrida por las economías capitalistas de Europa y Japón no hacía sino acentuar la posición ventajosa en que se encontraba Estados Unidos.”
Acumulación de capital, lucha de mercados, centralización del dinero internacional, febril desarrollo económico y tecnológico, dotación de armamento y superioridad militar, no son solo calificativos para Estados Unidos, sino que se convierten en el ejemplo a seguir por el resto de los países del mundo. Es importante recordar que capitalismo se vio reforzado por el neoliberalismo con el propósito de disminuir el dominio totalitario de los gobiernos y otorgarlo a los dueños de los grandes capitales o grandes empresarios. En una entrevista con David Harvey realizada por la revista Archipiélago, se describe que el capitalismo ya no es solo tema de empresarios y gobiernos liberales sino que ha pasado a ser parte de las reflexiones de los urbanistas.
David Harvey comenta: “El proyecto neoliberal que se consolidó a principios de la década de los 80 pretendía fundamentalmente restablecer el poder de las clases dominantes. Entre otras cosas, este nuevo modelo dio rienda suelta a las presiones competitivas y se volcó en la utilización del capital financiero como medio para asegurar la consecución de las tasas de beneficio más elevadas posibles, sin reparamientos en su procedencia. Pero, naturalmente, ninguna de estas medidas podría haber funcionado sin la construcción de un aparato estatal dócil… Esta transformación supuso el abandono del aparato de estado socialdemócrata, supuestamente interesado en el bienestar de todos sus ciudadanos –siempre, eso sí, que no amenazara las bases del capitalismo-, y su sustitución por un aparato estatal neoliberal cuya misión consiste en crear un buen clima para los negocios a cualquier precio.”
La imposición de este modelo neoliberal se extendió alrededor del mundo, llegándose a convertir “en una especie de norma universal”, en México fue recibido en 1982 con Miguel de la Madrid, y al igual que el resto de los países, una vez adoptado el modelo neoliberal en el gobierno federal lógicamente tuvo que filtrarse a los gobiernos locales. Harvey comenta: “Los gobiernos locales se han visto obligados en diverso grado a asumir iniciativas más propias de empresas privadas –en particular, por lo que toca a la creación de un entorno favorable para el capital privado a costa, si es necesario, de la población urbana-, un proceso que fomenta la competencia entre las regiones metropolitanas. El problema, como veremos, consiste en hallar las formas de responder a este desafío sin descuidar por ello el bienestar de todos los ciudadanos”.
Retomando las ideas planteadas por Harvey, es fácil para nosotros entender en el caso de México, el porqué siendo la responsabilidad de los gobiernos federales, estatales y/o municipales la realización y ejecución de los planes de ordenamiento territorial y desarrollo urbano, así como de establecer los instrumentos y apoyos necesarios a fin de que toda familia obtenga el derecho de una vivienda digna y decorosa (artículo 4° de la Constitución Política Mexicana), y la supervisión y seguimiento del correcto cumplimiento de estos planes, junto con sus leyes, reglamentos e instrumentos, ésta ha sido entregada al mercado, es decir, el diseño y la ejecución de la política urbana y de vivienda se ha entregado al sector privado. El modelo neoliberal ha llevado a los gobiernos a otorgar todas las facilidades para la implementación de sus negocios bajo la visión de que el capital privado es el que traerá el desarrollo a la sociedad.
También se ha visto al capital privado de las constructoras como la opción para aminorar el déficit de vivienda. “Por lo tanto, el sector privado ha obtenido un ‘cheque en blanco’ de las decisiones que han terminado orientándose en torno a sus intereses particulares, donde el mayor beneficiado ha terminado siendo el denominado sector de la construcción, que ha repuntado en sus grandes utilidades monetarias…” según palabras de Carlos Alberto Torres en su escrito Vivienda y hábitat en Colombia. En este contexto, la vivienda se ha convertido en un objeto de mercado y no un satisfactor de primera necesidad que incluya en su diseño todas aquellas características que le den al usuario una buena calidad de vida.
Continuando con el texto de entrevista con la revista Archipiélago, D. Harvey comenta que “hay que tener en cuenta que la lucha ideológica por reapropiarse del derecho a la ciudad que las élites han usurpado y por afianzar los movimientos populares podría ser un primer paso en la definición de una base política desde la que se puede orquestar un contraataque más amplio contra el proyecto neoliberal en general”. Si bien es cierto que por un lado se encuentra un gobierno facilitador de negocios para beneficio de las clases sociales más altas, por otro lado encontramos que diversos grupos ciudadanos se están levantando para reclamar justicia al mismo gobierno.

Recuerdo mucho una frase de mi maestro de historia de preparatoria, Gilberto Bermúdez Gorrochotegui: “Conocer nuestro pasado para entender nuestro presente y a proyectar nuestro futuro”. Esta frase junto con los relatos amenos de nuestro profesor, motivaron al grupo a querer conocer la Historia de México. Saber la historia de nuestro país no solo nos lleva a adquirir un sentimiento de identidad y pertenencia con nuestra Nación, sino que también debe llevarnos a amar la misma tierra, la gran riqueza natural y cultural con la que contamos, y a sus habitantes, gente mexicana como nosotros mismos. Podemos remitirnos a la Era Prehispánica y encontrar la gran capacidad de los Mayas, Olmecas, Mixteco-Zapotecas, Toltecas y Aztecas para desarrollar sistemas matemáticos complejos, dominar la astrología, crear majestuosos centros urbanos y los admirables detalles en su arquitectura, su habilidad en la cerámica, la orfebrería, la gastronomía, las artes y la guerra. A pesar de la llegada de los españoles en 1519, muchos de los pueblos indígenas lograron conservar sus raíces, su hábitat, su lengua, sus tradiciones, su riqueza en el conocimiento de sí mismos y de su entorno.
A través de los años, los mexicanos como país hemos afrontado diversas adversidades, después del dominio y saqueo de los españoles y la influencia en el gobierno de la iglesia católica viene la Independencia de España en 1810, la invasión de EEUU en 1848, la invasión de Francia en 1861, la revolución mexicana en 1910, al mismo tiempo, se levantan hombres y mujeres con la determinación de hacer frente a los invasores y con los ideales de hacer de México una nación libre y más justa, resultados de sus luchas son las Leyes de Reformas promulgadas por Benito Juárez en 1859, el importante progreso dirigido por Porfirio Díaz durante su gobierno como presidente en la minería, la agricultura y la inversión extranjera, la firma de la primera Constitución el 1917 tras una búsqueda de cambio económico y político por Emiliano Zapata y Francisco I. Madero, la Reforma económica y agraria, la nacionalización de los ferrocarriles y la expropiación Petrolera con Lázaro Cárdenas en el periodo de 1934 a 1940.
En el siglo XX México se constituye como Nación, es un país joven que empieza a conocer los caminos de la política y a entrar en una la lucha por el poder de gobernar a la nación. Las diferencias en sus clases sociales ahora entre campesinos y los nuevos burgueses industriales. Se habla de asesinatos, golpes de estado, destierros, crisis económicas, manifestaciones sociales, el movimiento estudiantil de 1968, privatizaciones de empresas mexicanas y del tratado de libre comercio. Casi a finales de este siglo se introduce en el país un nuevo pensamiento, el neoliberal, pensamiento adoptado por Miguel de la Madrid quien toma la presidencia en 1982 y por sus sucesores Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, y con ello entran también los nuevos enemigos a enfrentar de los mexicanos, la devaluación del peso mexicano, una creciente falta de empleo y consecuentemente una masiva migración hacia Estados Unidos. Se pensó en el modelo neoliberal como una solución a los problemas sociales, sin embargo, las riquezas del país comenzaron a centrarse aún más en las clases sociales más altas.

Los gobiernos tenían a su disposición el otorgamiento del uso del suelo mexicano y comenzaron a dar facilidades al capital privado. Era indispensable atraer y conservar el capital nacional y extranjero a como diera lugar, y para mantenerlo en el país se les apoyó con infraestructura y subsidios. La industria de la construcción se vio beneficiada por estos apoyos, al grado de quedar en sus manos la planeación de las ciudades. Son estas constructoras las que por un lado construyen privilegiados y hermosos conjuntos residenciales y por otro lado construyen pequeñas viviendas amontonadas. Al quedar las ciudades sin una planeación urbanística se pierden los espacios públicos de convivencia, las áreas verdes, se dispersan las áreas de equipamiento urbano y llegan los problemas de vialidades y transporte, entre otros. En medio de todo este panorama histórico y de problemáticas, es importante no perder de vista que los mexicanos tenemos la posibilidad de recuperar y mejorar nuestras ciudades y buscar el camino hacia un buen desarrollo de la sociedad mexicana. Recordemos que los mexicanos heredamos un espíritu de lucha, un anhelo de libertad, un espíritu de conquista, una ingeniosa creatividad y gran capacidad para las artes y las ciencias, y en medio de lo que parece ser una sociedad que se desquebraja aún se conservan valores humanos como la unidad familiar, la honestidad, la solidaridad, la sencillez de trato, la gratitud, la generosidad, la amistad, el respeto, prudencia, optimismo, entre otros, valores susceptibles de ser rescatados y afirmados para conseguir gobiernos, sociedades y ciudades justas y con el desarrollo que admiramos de otras naciones.
Los problemas de pobreza, falta de empleo, desigualdad social, desequilibrio ecológico, mala o nula planeación urbana y ecológica, más que obedecer a un problema de falta de leyes y reglamentos o de aplicación de las mismas proviene de una falta de conciencia civil tanto de los gobernantes como de los ciudadanos, de la apatía e indiferencia de aquella parte de la sociedad que teniendo la capacidad intelectual, el conocimiento del derecho y de las leyes que nos gobiernan, han mostrado una falta de interés por el bien común de los conciudadanos y por el desarrollo de este país en todos sus ámbitos: político, económico, social y ambiental. México enfrenta muchos problemas de violencia y desintegración familiar, infidelidades conyugales, adicciones, impunidad, influyentismo, nepotismo, corrupción, mordida, fraudes, sindicalismo, explotación laboral, pero debemos recordar que también en distintos periodos de su historia ha dado muestras de solidaridad y capacidad en el trabajo en conjunto.

El gobierno mexicano, a través de sus diferentes secretarías y diversas instituciones han tomado acciones a través de sus diversos programas de desarrollo social para apoyar a las clases más pobres y desprotegidas, sin embargo se debe tomar en consideración en todos sus programas de desarrollo social, económico, de educación, de salud, el fortalecimiento de dichos programas a través de la participación ciudadana. Para lograr esa participación de la sociedad es necesario realizar una labor de concientización de la sociedad civil en relación a su realidad social, política, económica y ambiental y la urgente necesidad de su participación. En palabras de Beatriz Rodríguez Villafuerte en su libro: Guía para la participación ciudadana “La participación ciudadana no vendrá por decreto o reglamentación, tampoco por simple convocatoria, se tiene que construir a partir de una convicción ciudadana, de un interés por involucrarse, por colaborar, por responsabilizarse”. “La sociedad civil cuenta ahora con nuevas opciones para manifestarse, para organizarse, para dialogar y ser escuchada, para intervenir cada vez con mayor fuerza y determinación en todos los ámbitos de decisiones en la gestión pública y el quehacer social. Éstas deberían estimular a los ciudadanos a una mayor participación.”
Entre los millones de mexicanos hay gran potencial, es primordial buscar entre las nuevas generaciones la materia prima para construir un mejor país, y darles las herramientas y las oportunidades a fin de que consigan mejor educación, desarrollen un pensamiento analítico y crítico, y con ello tengan la capacidad de redirigir el rumbo de sus ciudades, estados o a la misma nación.

Conclusión
Durante las últimas tres décadas los países del mundo se han visto envueltos en una creciente competencia de mercado consecuencia de la implementación del modelo neoliberal en sus gobiernos. México no escapa de ese modelo y actualmente se encuentra dentro de una política que ha cedido sus responsabilidades a las empresas privadas, bajo el pensamiento de que el capital privado será el que dé el desarrollo de la sociedad mexicana.
Es indispensable retomar temas como recuperación de espacios públicos, áreas verdes, planeación urbana, vivienda y conjuntos habitacionales a fin de conseguir una mejor calidad de vida como habitantes de nuestras ciudades.
El desarrollo territorial y urbano, la producción y venta de vivienda, han pasado bajo la responsabilidad del sector privado de la construcción, quienes en su afán de obtener mejores ganancias han dejado de ver a la vivienda como un satisfactor y lo han convertido en objeto de mercado. Al verlo como objeto de mercado se han dejado a un lado las características de diseño que hacen de la vivienda un espacio digno y decoroso. El hábitat humano es comprendido no solo por la vivienda, sino por todo el contexto urbano, ambiental, económico, político y social. Es indispensable mejorar las políticas públicas a fin de tener un buen desarrollo como sociedad, para lo cual se hace imprescindible la participación de toda la sociedad civil.
Se requiere una labor de concientización civil para lograr que la sociedad se involucre en la toma de decisiones públicas en armonía con los gobiernos. A la par, es importante la recuperación de valores humanos a fin de que las decisiones no se den en beneficio personal o de pequeños grupos, sino que logren trascender a futuras generaciones. Tenemos la oportunidad de formar parte de una institución educativa de gran prestigio a nivel nacional, y que se perfila rápidamente a niveles internacionales. El enfoque actual de la Universidad Veracruzana es dirigido a la labor en pro de la sociedad. Como universitarios tenemos la oportunidad de apoyar en la concientización de la sociedad civil a través de nuestro quehacer como arquitectos. Es importante empezar a desarrollar proyectos con un enfoque analítico y crítico que se encaminen a lograr importantes cambios en nuestra sociedad. Hay mucho por hacer, mejorar la educación, cuidar el medio ambiente, incrementar el bienestar social, apoyar a nuestros gobernantes con herramientas de investigación que les ayuden en la toma de decisiones, etc. De manera personal los tres ingredientes que se me hacen importantes en cada proyecto son: participación ciudadana, conciencia social y valores humanos.
Fuentes consultadas.
Campillo, Antonio. Variaciones de la vida humana: una teoría de la historia. http://books.google.com.mx/books?id=c0voluApLGgC&pg=PA157&lpg=PA157&dq=primeras+sociedades+humanas
(http://www.ciepac.org/neoliberal/esp/capitalismo.html).
(http://www.wordreference.com/definicion).
Hudson, M., Superimperialismo. La estrategia económica del imperialismo norteamericano. Ed. Dopesa, Barcelona, 1973, p. 88.
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